Más allá queda el mar con su lamento
y una mirada triste que te añora
antes de que se apague con la aurora
el lánguido clamor que lleva el viento.
Quizás mi amor ya tuvo su momento,
breves instantes que el recuerdo dora.
Destilan su veneno hora tras hora
y son el antro cruel de mi tormento.
Siquiera un rayo de esperanza hubiera,
pero mi mente hundida entre las sombras
ha naufragado en la invernal ribera
donde las algas tejen sus alfombras.
Helado lecho de ansiedad me espera
si mis ruinas de amor no desescombras.
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