Tengo aquí un libro de Azorín. Se titula "Parlamentarismo español". Me gusta este libro porque habla de los políticos de su época, y se nota que los admira. Tiene buenas palabras para la mayoría de ellos. Y no escatima elogios.
Hay una gran diferencia entre los parlamentarios que Azorín nos describe y los que nosotros conocemos. La diferencia está en el respeto. Nadie insulta a nadie, nadie desacredita a nadie ni con fundamento. Ahora, los insultos, incluso a nivel personal, están a la orden del día.
Y yo me pregunto si, en general, la buena educación ha desaparecido de esta sociedad.
Ya nadie dice "...por favor...", "...disculpe...", "...gracias..."
Sólo unos pocos, muy pocos.
Y si se ha perdido la buena educación en la cámara baja, que es el reflejo del país, que es donde se le toma el pulso al país, pues, !pobres de nosotros¡
Por eso me gusta leer a Azorín, porque me evoca las buenas maneras, el buen estilo,
el decir sin ofender, el insinuar con ingenio, sin recurrir a las palabras fáciles.
Es una pena, pero es así.
Los escolares tutean a sus profesores como si tal cosa.
Todo el mundo tutea a todo el mundo.
Y yo me rebelo, porque no es eso, no.
Que todos somos iguales, ya lo sé, pero ello no excluye la educación.
No me gusta ser pesimista, pero cuando se pierden las buenas maneras, la convivencia se deteriora de forma irreparable.
viernes, 9 de mayo de 2008
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