Brillan las rosas bajo el sol de mayo.
Un lánguido perfume se derrama
en el claro fulgor del mediodía.
Apenas una nube pasajera,
fragmento de vapor adormecido,
silencioso vellón estremecido
que navega en silencio por la altura.
Muere la primavera en cada instante
y laten las arterias del estío.
Bajo los frescos olmos canta el río
que abandona su pena en la llanura.
Rosas de mayo, viejas compañeras,
efímeras, fugaces, dolorosas,
dejáis mi corazón envuelto en tiernas
fragancias que resisten al olvido.
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