Hay atisbos de liberalización en Cuba. Con Raúl Castro parecen haberse levantado una serie de prohibiciones, como los accesos a hoteles turísticos, la adquisición de móviles y otros electrodomésticos.
Todo está muy bien. Pero sólo unos pocos pueden permitírselo. Una minoría, quizás la más favorecida por el régimen.
Todo está muy bien, en apariencia.
Porque los salarios son bajísimos, y si para adquirir un móvil, que aquí, en nuestro país poseen hasta los escolares de primaria, hace falta el sueldo de un año, pues ya me dirá el señor Castro II, de qué le sirve intentar mostrarse abierto al cambio y promulgar medidas que todo lo dejan como estaban.
"Si, sí, compren ustedes lo que quieran, alójense donde les parezca, que no pasa nada, que yo l0 permito para que vean que las cosas van a cambiar!" Y seguramente se reirá para sus adentros, sabedor de que la jugada, su jugada, tiene todos los ases para ganar la partida con ventaja.
Todo queda en atisbos. Y de cara al exterior.
Sigue flotando la sombra de Fidel sobre la isla.
Aunque haya delegado en su hermano, estoy seguro de que sigue con su táctica de "ordeno y mando", a pesar de tener un pie aquí y otro en el más allá.
En fin, que este doble juego no me gusta.
En vez de menudencias, premios de consolación a fin de cuentas, sería más práctico y positivo revitalizar el país , hacer una revisión de lo que funciona y de lo que no funciona, y efectuar una "reconversión" ideológica que permita a los cubanos salir de la miseria, tanto económica como social, de una vez por todas.
Claro, que, cuando se implante un sistema capitalista, lo van a notar en dos sectores tan importantes como la educación y la sanidad, que son totalmente gratuitos ahora. Y los años de adaptación serán heroicos hasta que los cubanos disfruten de una auténtica democracia.
jueves, 1 de mayo de 2008
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