Ya se ve bien claro que el ser humano cuando se trata de hacer daño al prójimo es imparable. Minas, artefactos explosivos, y bombas racimo, que alcanzan un grado sutilísimo de crueldad.
Me parece muy bien la medida del primer ministro británico, que ha decido cortar de raíz su producción y venta.
Claro, USA y alguno más, no han movido ficha, seguramente porque la pasta que supone su fabricación y exportación, debe ser considerable.
Una desvergüenza.
Todavía hay países que anteponen sus intereses comerciales a los derechos humanos.
Más desvergüenza.
jueves, 29 de mayo de 2008
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