No bajan las aguas, no bajan a pesar de todas las previsiones...
El Ebro no guarda silencio, sino que baja tumultuoso, agresivo, con ganas de incordiar.
Esta tarde, he cruzado el puente y he podido comprobar que la crecida continúa.
Y tiene pintas de ir para largo.
Siempre digo: "...ya veremos..."
Pero lo que se ve es bien patente: Que no hay una completa seguridad de que el viejo río se calme y no se cabree de nuevo.
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