Es una poesía que pudiera tener sus raíces en la forma de expresarse de D. Francisco de Quevedo, genio de genios, auténtica literatura por sí solo.
Una muestra de lo que escribe el filósofo:
Alzando la nariz al grato aroma
que desprende la dul pastelería
solterona encelada desvaría
y su esqueleto trócase de goma.
Le invade la esofágica carcoma
y es que no es ninguna tontería.
Pletórica, voraz laminería
ante la tentación que ya se asoma
tras el cristal del grato escaparate
donde azúcar y miel celebran boda
y tiemblan en recintos las natillas
cubiertas de rallado chocolate.
Y su imaginación se llena toda
de un musical clamor de cucharillas.
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