La luz del corazón se va apagando.
Hoja entre las hojas de algún libro.
El viento reposando en los aleros.
Apenas una luz y la certeza
de terminar el día entre fragmentos
de rostros barnizados por el agua.
Una sutil punzada en el costado
es el tiempo perdido, son las horas
dedicadas a buscarte en laberintos
sabiendo de antemano que el fracaso
coronará de angustia el vano intento.
El vaso se desborda. Luego, el llanto
que brota musical entre jardines
ávidos de amaneceres. Y un sol tibio
añorado en silencio por mi alma.
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