Al anochecer vi varios murciélagos sobre el puente de hierro.
Las luces del puente atraían multitudes de insectos y los murciélagos, relámpagos ascuros, se estaban dando un festín.
En cierta ocasión, entró un murciélago en casa, hace ya muchos años, y no sabiendo salir, se refugió en un rincón, donde lo hallé al día siguiente, deslumbrado por la luz del sol.
Lo metí en una caja de cartón y lo solté esa misma noche.
Los murciélagos me recuerdan las estructuras voladoras que diseñaba Leonardo...
Mi padre, cuando yo era niño, me enseñó que son inofensivos y beneficiosos para la agricultura, y me habló de sus hábitos.
Volar de noche y dormir de día...
lunes, 1 de diciembre de 2008
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