miércoles, 10 de octubre de 2018

En la cuerda floja...








Hace falta tener alas,
además de nervios insensibles,
para posarse en un cable eléctrico,
en una delgada rama
o, por qué no...?,
en cualquiera de los alambres de un tendedor...

Alas para abandonar ese estado de equilibrio
entre milagroso y precario,
y emprender un rápido vuelo
a posicion más segura...

Siedo niño, llegó un circo a mi ciudad.

Y en él actuaban
unos personajes maravillosos,
que cruzaban la pista de extremo a extremo,
con una habilidad y una gracia dignas de elogio.

Claro, que..., eran gatos.

Un ser vivo fascinante y complejo.

He recordado la entrañable canción de Serrat,
que hablaba con cariño
de "un gato funámbulo y necio...",
porque los felinos que eran mis amigos
en aquellos lejanos días,
también realizaban proezas semejantes,
sin más público que un niño
entre los seis y los ocho años,
que era yo, que fui yo...

Hoy, no es necesario acudir a los circos,
entidades que casi han desaparecido
en su aspecto itinerante,
para convertirse en espectáculos de interior,
aunque sigan conservando su tinte mágico...

No es necesario asistir
a sus funciones de tarde y noche,
porque hasta con digerir cualquier informativo
de cualquier cadena,
para admirar a la multitud de equilibristas,
que, sin perder la compostura
ni abandonar un solo instante
su sonrisa estereotipada,
se mantienen en la cuerda,
ya floja, ya tensa,
con pasmosa profesionalidad...

Equilibrios económicos,
ideológicos, sociales y políticos,
mucho más arriesgados que los de antaño...

Porque la caída no conlleva fracturas óseas,
sino consecuencias más deplorables...

Pero ahí están...!

Sienten el vacío bajo sus pies,
y siguen y siguen con su número circense...

Muy seguros de sí mismos...!

Cuál será su final...?

Bajo la imagen de uno de sus grabados,
D. Francisco de Goya escribio:

"Todos caerán...!"













(Archivo: cuevadelcoco).


















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