jueves, 21 de mayo de 2020

"Los pasajeros del jardín".








Hace tiempo que leí esta novela.
Comencé la lectura una tarde,
principios de primavera.

Llovía.

Terminé de leerla, 
en la madrugada de un sábado.

Seguía lloviendo,

Una historia triste,
brevemente triste.

Que me dejó su huella.

Alguna vez, en los viajes,
la he recordado.

Más por el título
que por su contenido.

Los pasajeros del jardín...

Y es que, ya desde la portada,
predecía un final.

Sombrío, doloroso.

Todo viaje tiene un destino.

Recuerdo unos versos
de D. Antonio Machado:
:
"...ay, del noble peregrino,
si se para a meditar,
después de largo camino
en el horror de llegar..."

Lo que duele, es la llegada.

Gabriel Marcel, 
a quien me he referido en más de una ocasión,
definió al ser humano como "Homo viator".

Y mi amigo Himphame, del blog "Entusiasco",
cuando salimos a caminar, 
suguiendo la chopera que bordea el río Cinca,
siempre me lo recuerda.

Y siempre, también, me pregunta,
aunque no sé si es pregunta o afirmación:

"¡...cómo te gustan los caminos...!"

Y yo no sé qué responderle.

Los caminos no tienen fin,
uno lleva a otro, 
y ése a otro distinto.

Así lo intuyó Jorge Luis Borges
en "El jardín de senderos que se bifurcan".

El camino eterno.

Himphame y yo, 
en los tiempos de bicicletas,
imaginábamos un planeta sin cuestas,
donde pedalear a placer,
para volver al punto de partida,
o...¡quién sabe...!

¿Por qué no soñar,
por qué no imaginar...?

Los nativos americanos,
que fueron los auténticos poseedores
de lo que hoy conocemos como
Canadá y los Estados Unidos,
concebían "la otra orilla",
como el viaje a los eternos cazaderos.

No pedían demasiado...

Un lugar de clima tranquilo,
pletórico de caza y pesca...y espacios sin fin.

Siempre me ha gustado, y mucho,
este concepto de eternidad.

Libertad bajo lunas y soles,
sin ninguna preocupación material.

Sin premios ni castigos.

Simplemente, 
una continuidad de la vida.

La plenitud del pensamiento y del espíritu.

La sencillez de venir,
crecer, gozar de sol y del viento,
del paso de las estaciones,
amar y ser amado,
y partir en paz.














(Archivo: cuevadelcoco).




martes, 12 de mayo de 2020

Han pasado los días...








A pesar de todos los pesares,
han pasado los días.

El tiempo no descansa.

Si miramos atrás,
se nubla el pensamiento.

Tras los cristales,
fragmentos de primavera.

Nubes que van y vienen.

Los árboles de la calle,
florecieron, llenos de gozo,
presintiendo
la dulce primavera.

El tiempo no se detiene.

Los pétalos se fueron con el viento.

Y nosotros,
subimos a un tren
sin ningún destino.

Pasajeros estáticos,
en una larga espera,
entre noches de insomnio
y ananeceres tristes.

Y el tiempo siempre fluye.














(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlookcuevadelcoco).