lunes, 21 de agosto de 2017

La huellas del dolor...

 
 
 
 
 
Han pasado las horas más negras,
impregnadas de confusión, de incertidumbre,
de ese miedo oculto a nuevas y dolorosas sombras...
 
Pero la oscuridad, no se ha disipado...
 
El dolor permanece...
 
Heridos en estado gravísimo,
que luchan por sobrevivir,
y que nadie sabe qué será de ellos...
 
Si cruzarán la frontera de la muerte,
o se reintegrarán al mundo de los vivos...
 
Pero el dolor continúa...
 
¡Y cuanto, cuantísimo dolor...!
 
La muerte es la más penosa de todas las ausencias...
 
Porque conlleva la amarga seguridad,
de que, cuantos han partido,
jamás regresarán...
 
Manifestaciones,
frases de condolencia,
mensajes de rechazo...
 
Y esa forzada unidad ante la tragedia,
ese unidad, artificial y artificiosa,
sincera por parte de algunos,
circunstancias por parte de otros...
 
¡Oh, Dios...!
 
¿Quién devolverá las vidas truncadas,
a sus familiares y amigos...?
 
¿Quién podrá lograr
el disfrute de la compañía, la mistad y el cariño,
de los que perdieron sus vidas,
en un acto asesino, cobarde, irracional...?
 
Y el dolor de los que se han quedado solos,
esas otras víctimas, anegadas en llanto...
 
Esas otras víctimas, desconcertadas,
impactadas por los terribles acontecimientos...
 
¿Quién velará por ellos...?
 
¿Quién susurrará palabras de consuelo sin consuelo,
cuando, en medio de la noche,
su soledad se pueble de imágenes sangrientas...?
 
No basta con condenar los hechos...
 
Es necesaria una actuación dura y drástica,
aplicada con todo el rigor,
y dejando parte actitudes que a nada conducen...
 
No han de retornar los que se fueron...
 
Pero en los corazones de los que sufren,
¿qué semilla germinará...?
 
¿De perdón, de aceptación...,
o de odio y de venganza...?
 
Nadie lo sabe...
 
No podemos leer las mentes...
 
Mientras, el sufrimiento,
cubre a todos con sus alas dolorosas...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
(Archivo: cuevadelcoco).
 


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