lunes, 18 de octubre de 2010

Inmigrantes...


A finales de los cuarenta, y, en los cincuenta y sesenta, se produjo el éxodo español al extranjero.
La cuestión era que había que comer, y en nuestro país, no siempre se llenaban las ollas con la debida y justa medida, para contentar las bocas de la familia.
Así que, los españoles, decidieron salir a probar fortuna por Europa.
Alemania, en pleno auge, resurgiendo de la cenizas como el Fénix, gracias al plan Marshall, una táctica que ya se puso en práctica tras la Gran Guerra con el plan Dawes, y, que no tuvo muy buenas consecuencias..., era el destino por antonomasia.
Hasta no sé quién cantaba una canción que decía algo así: "...secretariaaaa, secretariaaa, no te vayas a Alemaniaaaaa..."
Y también se hicieron películas, muy malas, por cierto...
Incluso el Sr. Martínez Soria, D. Paco, protagonizó una: "¡Vente a Alemania, Pepe!", creo que ese era el título...
Bien, dejando lo anecdótico, el hacer la maleta y cruzar la frontera y plantarse en un pais desconocido, sin tener ni idea del idioma, ni de las costumbres, ni de su estructura económica, jurídica y laboral, sin derechos, y siempre expuestos a ser colocados en la frontera, caminito de casa a la primera ocasión, sin posibilidad de protesta, siendo objeto de todas las injusticias...,
era una aventura..., toda una aventura...
Pero el sufrido emigrante español, hacía de tripas corazón, tragaba y aguantaba, con tal de poder enviar o llevar un buen dinero, con el que, mejorar una situación, que, de otro modo, hubiese sido
impsible de superar... Algunos, no retornaron, prefirieron seguir viviendo en el extranjero, y, en cuanto les fue posible, reclamaron a sus familias, y se establecieron allí, si bien, hasta conseguir la
ciudadanía, pasaron por un calvario tras otro...
Condición indispensable para ser emigrante en aquellos tiempos: Una salud aceptable, y cumplir con el trabajo estrictamente.
No había más que hablar.
Eso, o vuelta a casa, con las orejas gachas.
La verdad es que el emigrante español dejó buen recuerdo allí donde estuvo. La mayoría, procedentes de un estrato social lleno de privaciones y tan poco sueldo como condumio, vieron el cielo abierto: Pagaban bien, se comía bien, al menos, se comía abundante, y el trabajo era razonablemente llevadero, en comparación con lo que dejaron atrás.
Hoy, en esta Ex-paña que nos toca padecer, asistimos a la llegada de una avalancha de inmigrantes, también con iguales o parecidas pretensiones, pero que, no complen con nada o casi nada, subsisten a fuerza de subvenciones, incluso tienen derecho a voto, y vaguean que es una bendición.
¡Ay, si nuestros políticos, a quienes esperan las mas sutiles delicias infernales, fueran como debieran ser!
Porque, realmente, tiene más derechos un inmigrante que un aborigen.
¡Si, sí, en los años cincuenta...!
Boquita cerrada, de derechos, sólo el de respirar, y a cumplir con el currele, y muy bien, sin escaquearse...
Salvo cierta porciones de inmigrantes, el resto viven del cuento, o se dedican a actividades fuera de los límites de la Ley.
Pero esto sólo sucede aquí, que somos lo más parecido a una república bananera...
Vaya usted a los países nórdicos y diga que quiere trabajo, y la lista de exigencias que le van a poner delante de las narices, lo echará para atrás, a menos que cumpla con los requisitos exigidos...
Y aún así...¡cuidado!
Sólo una fracción del total de inmigrantes, cumple con la legalidad y con su trabajo...
El resto, a vivir del cuento...
Esto tiene que terminar, tiene que terminar y pronto.
Primero, los españoles.
Luego, ya veremos.
Me importa un comino la Constitución Europea, y más cuando extramuros, se aplica de forma
arbitraria y se interpreta según convenga...
¡Cuántos agravios comparativos tuvieron que sufrir nuestros emigrantes!
Lejos, sin derechos, y tratados como ciudadanos que quinta clase...
¡Qué digo ciudadanos...!
Como masa obrera anónima...
Vamos, una nueva forma de feudalismo...
Para que ahora, tengamos el país lleno de gentes vociferantes, que incluso tienen permitido el manifestarse públicamente, y para quienes, los sindicatos, alentados por el gobierno, no se recatan en guardar y ofrecer los mejores bocados, sobre todo en tiempo de elecciones...
¡Pues basta ya!
O se hace una criba, y a quien renuncie a un puesto de trabajo, mínimamente adecuado a sus posibilidades, se le pone en la frontera sin miramientos, o, se cumplirá el refrán famoso digno del inefable Sancho: "De fuera vendrán..."
España para los españoles. Y sanseacabó.

1 comentario:

Jorge de Anso dijo...

Hace unos meses Heraldo,citando fuentes de la Fiscalía del TSJA, informaba que en 2009 la mitad de las infracciones penales cometidas en Aragón tenían por autor a inmigrantes extranjeros.Y eso que el INE dice que solo son el 10% del total de la población española, incluidos irregulares.Mientras, el Mº de Justicia y el Consejo General del Poder Judicial omiten invariablemente en sus prolijas estadísticas el número de delitos cometidos por extranjeros.En todo caso basta con echar un vistazo cada día a las páginas de sucesos locales para comprobar que-- pese a ocultación frecuente de la nacionalidad-- la gran mayoria de ellos los protagonizan no españoles.