lunes, 18 de agosto de 2025

"Me voy a mi casa..."






 


Ilustración de Mateo Lahoz.



Se jugaba en la calle, 

en una pequeña plaza, 

en la confluencia de cuatro esquinas...

Al salir de clase, 

con el bocadillo en la mano,

y ataviados con la bata del colegio,

jugábamos...

Gritos, discusiones,

pero siempre con buena voluntad...,

siguiendo el dorado e imperecedero mensaje:

"Gloria a Dios en los cielos..."

Así debía de ser, y así era.

Devorado el bocadillo,

y mientras se pateaba un balón,

que había conocido tiempos mejores,

alguien decía: 

"Me voy a mi casa..."

Y ese niño,

sin razón aparente,

se iba.

Todos callábamos.

Porque alguna vez, 

alguno de nosotros, o todos,

habíamos pronunciado las mismas palabras.

Por qué..., no había ninguna razón a la vista.

No era enfado,

ni cansancio del juego.

Era, pura y simplemente,

la necesidad de sentirse arropado, 

de respirar la atmósfera familiar,

de estar cerca de padres, hermanos y abuelos.

Porque, "mi casa",

lo era todo...

El microcosmos donde se nacía,

crecía, y se compartían tantas cosas...

Donde, una mirada,

cariñosa y comprensiva,

unas palabras de afecto,

valían más que el resto del mundo...

"Mi casa...", el refugio más cálido y seguro,

el entorno sin precio.

Al final de la jornada,

se dormía en paz, 

porque... aquel espacio,  

era "mi casa..."








(Archivo: cuevadelco.

Ilustración: Mateo Lahoz.)


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