miércoles, 7 de marzo de 2018

"Débiles mujeres"...







"Débiles mujeres".
Protagonizada por Mylène Demongeot,
Pascale Petit, Jacqueline Sassard...
y Alain Delon...


No, no voy a comentar esta película/comedia de 1958,
que tan lejos queda y que acaso suene
a carrozas y cinéfilos, 
si bien, en mi caso, reúno las dos condiciones...

Es por el título...

Débiles mujeres...!

Es un cuento que nos hicieron creer,
o que, al menos, lo intentaron...

Porque yo no me lo creí nunca...!

Y como sólo puedo hablar 
basándome en hechos reales,
tengo que confesar que las féminas de mi familia,
estaban hechas de un material
muy distinto al de los hombres...

La gran mayoría, pasó de los noventa años,
muchas, rozaron los cien,
y varias, los superaron...

Mi bisabuelita, a quien casaron a los 16,
tuvo una docena de hijos...,
quizás más, no estoy seguro...

Su digno esposo, un carabinero bigotudo,
bigotes a lo káiser, naturalmente,
consiguió sobrevivir hasta los setenta,
agotado, quizá, por el ímpetu juvenil de su cónyuge,
la sobrecarga de hijos, 
y las incomodidades del servicio,
en un pueblecito del Pirineo Central.

Pero mi bisabuelita,
como quien no quiere la cosa,
aguantó hasta los noventa y siete o noventa y ocho...

Todavía, la recuerdo, pequeña, 
enlutada y vivaracha, 
tomando su chocolate de las cinco,
y llenando sus altares preferidos de flores de papel,
labor en la que era muy hábil y diestra.

Su hermana, la famosa "tía Benita",
cuasicentenaria también, 
mujer de carácter muy alegre
y gran aficionada a los chistes
e historias subidas de tono,
enviudó dos veces.

Poco le duraron los infelices maridos...!

Sexo débil...?

Tonterías!!!

Nosotros somos los débiles, los frágiles...

Las mujeres de mi familia,
soportaron estoicamente la guerra y la pistguerra,
se las ingeniaron para sobrevivir a todas las calamidades,
lloraron a maridos muertos, a hijos e hijas muertos,
a hermanos y hermanas muertos...,
pero siguieron adelante...!

Trabajadoras infatigables,
contribuían a engrosar el caudal de cada mes.
Unas, cosían, otras, elaboraban dulces caseros,
algunas, criaban cerdos, conejos y aves de corral...

Incansables, soportaron la dureza de una sociedad,
en la que la desigualdad era algo imperante.

Ni siquiera sabían lo que era el movimiento feminista!

Lo sabían en la práctica, y sus actos 
tuvieron más efecto que una pegada de carteles.

En la aldea vecina, la buena señora Cinta,
(Jacinta en realidad...),
trabajaba lo mismo que un hombre,
porque su marido enfermó.

Ordeñaba vacas, 
conducía tractores,
y, en las mañanas de invierno,
nos traía a casa una riquisima leche,
cuya nata, sobre una rebanada de pan
y rociada de azúcar,
nos sabía de maravilla.

Lloviera, nevara o cayeran piedras de los cielos,
la buena Cinta, heroína anónima,
aparecía en la pequeña ciudad,
conduciendo el potente y pesado tractor,
que arrastraba un remolque repleto de lecheras...

Y, sin embargo, la recuerdo como una mujer
femenina, sensible, que aprovechaba cualquier hueco
en su agotadora jornada,
para leer sus libros preferidos...

Débiles mujeres...?

Jamás!!!

Hoy, que la vida es más fácil en relación a aquellos tiempos,
que existan diferencias hombre/mujer,
me produce tristeza...

Yo no me considero ni machista ni feminista...

Sólamente un ser humano más,
que cree en la igualdad...

Pero, todavía pasará mucho tiempo,
antes de llegar conseguir que sea total.

Terminaré afirmando, que esta revolución
a favor de la igualdad de sexos,
no la harán las mujeres contra los hombres,
ni lo contrario,
sino ambos, cogidos de la mano,
caminando amigablemente hacia un futuro mejor...

Sin diferencias,
sin desigualdades,
sin injusticias...

El futuro de una humanidad igualitaria,
en la que el logro de una meta,
no estará condicionado nada más
que por la capacidad, sólo por eso,
de quienes sueñen con alcanzar un objetivo...

Que así sea algún dia no lejano!!!











(Archivo: cuevadelcoco).






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