miércoles, 7 de enero de 2015

Un relato para un día después de las Navidades... (Por el Coco Malo).




Un relato para un día después de las Navidades.
Por Coco Malo.

"Aunque anhelaba la Navidad, siempre tenía metido en el alma como un leve escozor, igual que cuando su perro le lamía la mano con la que sujetaba la correa..., una lengua rasposa, de chucho grande, que no llegaba a levantar la piel, pero dejaba una sensación de fuerte roce...
Sintió lo mismo después del verano, cuando se afeitó por primera vez.
-Toma, -le dijo el abuelo-, ya es hora de que te pongas decente...
Le entregó un paquetito que contenía una maquinilla, cuchillas de afeitar, una barra de jabón.y una brocha, en un sobre sin desprecintar.
Una maquinilla de las de antes..., que había que desenroscarla, colocar la hoja de "Palmera", y volver a enroscar. Luego, el agua caliente en una palangana pequeña, esmaltada de blanco, con los típicos desconchados, producidos por el paso de los años, que acreditaban su veteranía.
- Usa mi palangana, pero luego la enjuagas bien... Ve despacio...no te cortes...
Y comenzó el ritual que tantas veces había visto realizar al abuelo: Primero, llenar el recipiente con agua lo más caliente posible... Luego, humedecer la brocha...
-No, no... Espera... que es nueva... Hay que quitarle el poco de cola que llevan para que no se despeluchen...
El agua se enturbió y tuvo que volver a llenar la palanganilla.
Se humedeció bien la cara, y, tras quitar de la barra de jabón el recubrimiento de papel plateado, comenzó a frotar la brocha, hasta que consiguió una espuma abundante...
-¿Está bien así...?
- Creo que es suficiente...
-Recuerda... Primero, bajo la barbilla... Las mejillas después... Sigues con la barbilla, y terminas con el bigote...
-Vale... A ver...
Olía bien aquél jabón. "Gota de ámbar", ponía en el papel plateado que cubría la parte de abajo de la barra.
El caso es que logró afeitarse sin cortarse ni una sola vez....
El abuelo se reía, bajito, sentado en su sillón de mimbres, junto a la radio, en el rincón de la cocina donde se aposentaba desde el comienzo del día. Era su "trono". Bien ganado, por cierto...
- ¡Me escuece la cara!
-¡Je,je,je...!
- ¡Parece mentira, Paco, parece mentira...! ¡Hacerle esto al chico...! - dijo la abuela.
Y se levantó de la silla dejando caer la labor, las agujas y todo lo que tenía en las sayas... El gato, corrió tras el ovillo, y jugueteó con él.
Volvió con un frasco de masaje. "Relumbrón".
- ¡Anda, como el que me pone Pedro, el peluquero, cuando me recorta el cogote y las patillas...!
- Ponte un poco en la cara...
-¡...oño...!
-¡Niño!
- ¡Pues puñetas fritas...!
...
Lejos quedaba ya el verano, con el primer ritual de rasurado y loción. Apenas tres días para las vacaciones de Navidad.
Sexto de Bachillerato.
Luego, el Preu.
Luego, la Universidad.
Luego..., la vida...
- Me voy, que he quedado con Marcos...
Bajó las escaleras, que hacían una leve curva, y al salir a la calle, algo suave, seguido de más "algo suaves", se fueron posando sobre su cabello oscuro, en los cristales de las gafas, en las manos, porque aún no se había puesto los guantes... ¡Estaba nevando!"

(Archivo: cuevadelcoco.
Relato: Coco Malo.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco). 


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