martes, 24 de abril de 2012

En memoria de Gertrudis...


Carta para mi abuela Gertrudis, que se fue
en el anochecer de un 24 de abril,
y hoy evoco su memoria.
"Queridísima abuelita: 
¡Cómo ha pasado el tiempo...!
Claro, que, tú seguirás con tu labor de ganchillo, bajo el emparrado, en un eterno y luminoso
atardecer estival..., ajena al tiempo y a los pesares de este mundo...
¡Ay, abuelita...!
¡Cómo echo de menos el consuelo de tus manos cansadas entre las mías...!
¡Y tus  caricias en mis momentos tristes...!
¿Sabes cuánto tiempo ha pasado...?
Mejor que no lo sepas...
Mientras, todo ha ido cambiando...
Ya, ni siquiera exixte aquella vieja casa, desde la que hiciste tu último viaje, hasta ese lugar que custodia el 
ángel de mármol...
Recuerdo el último otoño, la última Navidad, y ese largo invierno, cuando, de noche, los dos solos, en la
entrañable cocina, con su chimenea de campana, hablábamos de tantas y tantas cosas...
Yo te leía mis escritos, y tú te reías con mis historias familiares...
Aquellas historias que iba escribiendo, y que te hacían tanta gracia...
Yo te hablaba de lo que pensaba del mundo, de éste y del otro, de mi concepción del universo, de la vida y la muerte, del amor, de...
De todo...
¡Querida abuelita...!
¡Qué fugaz fue aquel tiempo...!
Yo me sentía feliz contigo, y tú, conmigo, también...
Hoy, se cumplen cuarenta años desde tu partida...
¡Cuarenta años...!
Seguro que sigues sentada en tu sillón de mimbres, mirando hacia la montaña...
Tienes las gafas puestas.
Esas gafas redondas de montura de concha.
Y en tus manos, la interminable labor...
¡Con qué agilidad ibas dando forma a esos diseños circulares, de flores, de rosetones...!
¡Nunca encontrabas el momento de descansar...!
Abuelita, el hueco que dejaste en mi corazón, no se ha llenado...
¡Te quería tanto...!
Hoy, cuarenta años después, te sigo queriendo...
Y te recuerdo...
Y lamento tu pérdida...
 Tenemos tiempos duros y difíciles...
Pero, cuando evoco tu imagen apacible, parece como si todo lo demás no tuviera importancia...
Sigue, sigue bajo el emparrado, que la luz estival no se apagará nunca para tí...
Y siente mi cariño, a pesar del tiempo y la distancia...
Consuélame, si te es posible, en los días difíciles...
Envíame alguna caricia, aunque sea en sueños...
Desde allí, donde quiera que estés...
No te olvidaré nunca, mientras conserve la memoria...
¡Te quiero...! "

(Imagen: mirarlook/lasfotosdelcoco).

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