sábado, 25 de junio de 2011

El verano del Filósofo...

Ha llegado la canícula...
Y, además, con fuerza...
El Filósofo, en su casa de la llanura, mitiga los ardores del día a base de toldos, persianas, contraventanas..., y todo lo que impida que el sol, voraz sol estival, penetre en su vivienda...
Sus dos perros, sobre las frescas losas, dormitan, a la espera del atardecer...
El gato, sobre su cojín, también duerme...
El Filósofo, con una jarra de limonada al alcance de la mano, piensa...
O recuerda...
Sin darse cuenta, una lágrima ha caído sobre el libro que intenta leer...
¿Soledad...?
¿Añoranza...?
O, como suele decir él: ¿Añoralgia...?
Son tan largos los días...
Espera, pacientemente, a que caiga la tarde, para ir a visitar al Coco...
Seguramente, pasará la noche en la cueva...
¿Hablarán...?
¡Quién sabe...!
Mientras, la Luna, asomará tras los riscos.
Será grato sentarse a la entrada de la cueva, y contemplar las estrellas...
Luego, sobre el lecho de heno, quizá llegue un sueño reparador...
Un sueño, más largo o más corto, pero que devuelva la paz al pensamiento...

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