domingo, 26 de octubre de 2025

Nuevas historias de "el Brozas".







Ilustración de Mateo Lahoz.


"Otoño...!
Una palabra para ser pronunciada
casi en un susurro...
Para mi,
y quizás es consecuencia de mis años escolares, 
todo se reanuda en otoño...
Alguien me dijo, 
y tenía, razón,
que se parece a un lento atardecer...
Sí, la primavera es hermosa..
pero muy breve...
Apenas da tiempo de sentirla...
El otoño invita a la reflexión,
a la soledad,
al reencuentro con el yo extraviado,
deslumbrado como un animal silvestre
por las ardientes luces estivales...
Vuelta a nosotros mismos, en resumen.
Y evoco ahora una mañana de principios de octubre:
En el patio del Instituto,
nos reuníamos por cursos...
Los nuevos, novatos de verdad,
llegados de los colegios,
con sus rostros tensos,
esperaban...sin saber qué.
Apareció el bedel, 
con cara de haberse tomado ya varios "chatos" de tinto,
expresión constantemente malhumorada,
y varias hojas de papel en las manos.
Todos callaron.
Fue llamando.
Los nuevos, los de primero,
aquel primero de entonces,
primera etapa de un largo bachiller de siete años,
entraron, vacilantes...
Niñas con trenzas,
entre preadolescentes en pantalón corto todavía.
Y nosotros...
Las chicas ya eran mujeres...
Nos dirigíamos a ellas con cierto respeto...
Oh, cómo habían cambiado...!
Sin duda, el verano tuvo algo que ver.
Nuestro último año en esas aulas, 
un cúmulo de horas, de mañanas y tardes,
de profesores que aún continuaban,
de otros nuevos... 
Y sentí, y creo que lo sentimos todos,
un breve escalofrío.
Sólo quedaba un año.
Luego, la universidad...
Luego, la vida...,
la vida como adultos...
Ella, se acercó, sonriente...
Desde ese día, nos sentamos juntos en el aula...
Su rostro, su cuerpo, su mirada...,
su voz de mujer/nińa...
También se le notaba la misma incertidumbre.
Los tiempos escolares, tocaban a su fin.
Y así fue..."







(Archivo: cuecadelcoco.
Ilustración: Mateo Lahoz.)

 

domingo, 19 de octubre de 2025

Mis poetas:: Antonio Machado.








 Ilustración de Mateo Lahoz.


RECUERDO INFANTIL

Una tarde para y fría 
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía 
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín 
fugitivo, y muerto Abel
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y huevo
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano 

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil  veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón.

Una tarde parda y fría 
de invierno. Los colegiales 
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.


Antonio Machado.










(Archivo: cuevadelcoco.
Ilustración: Mateo Lahoz.)
 

jueves, 28 de agosto de 2025

25 de agosto: San José de Calasanz...






"La última Comunión de San José de Calasanz".

Francisco de Goya.


No deseaba terminar el mes de agosto, 

sin dejar un recuerdo, 

cariñoso y emotivo,

a José de Calasanz,

el Santo fundador de la Escuela Pía.

Pasé mi infancia

y parte de mi adolescencia

en las aulas del vecino colegio.

Multitud de recuerdos...,

unos, brillantes,

otros, más oscuros...

Pero, entre los más gratis,

estaban las fiestas conmemorativas,

celebradas, no sólo en el colegio,

sino por toda la comunidad estudiantil,

ya que José de Calasanz 

era el Santo Patrono

de todas las escuelas españolas.

Días dulces de finales de noviembre...

Tardé en saber,

tenía nueve años cuando me enteré,

de que la festividad de celebraba el 25 de agosto.

Claro, que, nosotros,

mocosos ajenos a todo lo que no fuera

atrapar ranas por la mañana 

y grillos al atardecer,

sólo conocíamos el 27 de noviembre,

como el gran día del Santo.

La verdad es que era muy venerado,

respetado y querido.

José de Calasanz,

audaz e innovador,

al fundar una escuela pública gratuíta,

sin distinción de clases,

revolucionó el sistema educativo,

bajo el lema de "Piedad y Letras".

Bendito sea su recuerdo!






(Archivo: cueva del coco).

 

jueves, 21 de agosto de 2025

Así éramos nosotros...







Así éramos nosotros...

O, así fuimos nosotros...

Aún recuerdo nombres...
y apellidos...

Algunos, ya partieron,
otros, todavía caminamos 
por este mundo cada vez más incierto,
más inseguro y sombrío...

Seguramente, 
habríamos jugado y peleado,
en ese patio de recreo,
escenario 
de nuestros momentos de diversión.

La fotografía,
fue tomada en el mes de mayo,
de 19..., 
mejor lo dejo así,
omitiendo el año.

Todo era más fácil,
más sencillo,
sin complicaciones.

Las horas del día,
divididas entre colegio, casa y sueño.

Y ese ciclo de las estaciones,
que sólo se diferenciaban por el clima, 
más frío o más cálido.

Y un horario inflexible,
igual para todos.

Qué sabíamos nosotros del mundo,
fuera de nuestras casas
y del recinto escolar...!

Apenas nada,
acaso, algún eco,
que se diluía entre juegos,
gritos y risas...

Apenas nada...










(Archivo: cueva del coco).







 

lunes, 18 de agosto de 2025

"Me voy a mi casa..."






 


Ilustración de Mateo Lahoz.



Se jugaba en la calle, 

en una pequeña plaza, 

en la confluencia de cuatro esquinas...

Al salir de clase, 

con el bocadillo en la mano,

y ataviados con la bata del colegio,

jugábamos...

Gritos, discusiones,

pero siempre con buena voluntad...,

siguiendo el dorado e imperecedero mensaje:

"Gloria a Dios en los cielos..."

Así debía de ser, y así era.

Devorado el bocadillo,

y mientras se pateaba un balón,

que había conocido tiempos mejores,

alguien decía: 

"Me voy a mi casa..."

Y ese niño,

sin razón aparente,

se iba.

Todos callábamos.

Porque alguna vez, 

alguno de nosotros, o todos,

habíamos pronunciado las mismas palabras.

Por qué..., no había ninguna razón a la vista.

No era enfado,

ni cansancio del juego.

Era, pura y simplemente,

la necesidad de sentirse arropado, 

de respirar la atmósfera familiar,

de estar cerca de padres, hermanos y abuelos.

Porque, "mi casa",

lo era todo...

El microcosmos donde se nacía,

crecía, y se compartían tantas cosas...

Donde, una mirada,

cariñosa y comprensiva,

unas palabras de afecto,

valían más que el resto del mundo...

"Mi casa...", el refugio más cálido y seguro,

el entorno sin precio.

Al final de la jornada,

se dormía en paz, 

porque... aquel espacio,  

era "mi casa..."








(Archivo: cuevadelco.

Ilustración: Mateo Lahoz.)


sábado, 16 de agosto de 2025

Verano de 1960: Las noches del satélite...







 

 

"ECHO 1".

Primer satélite de comunicaciones.


Aquel verano de 1960, 

que hoy se me antoja largo,

lo fue de verdad 

Vacaciones desde el 21 de junio,

hasta el 15 de septiembre...

Esa sí que era, realmente,

la edad de la inocencia...

En agosto,

noches de trenes,

silbando en la lejanía,

de grillos rasgándose los élitros...,

y..."el eco".

Me imagino a la pequeña ciudad

apagando las luces de terrazas y balcones,

en cuanto una voz,

casi siempre infantil,

gritaba: "...que viene el eco!!!"

Y todos, niños y grandes,

mirábamos al cielo nocturno,

para contemplar esa lucecita, 

que añadía un punto de magia,

a la adormecedora canícula.

El ECHO 1!

No sabíamos nada de él...

Ni de ese pulso entre USA y la URSS...

Un juego de niños grandes, 

a quienes la Tierra,

el hogar de todos,

se les había hecho pequeño...

Equilibrio difícil 

entre los dos más poderosos del planeta...

El satélite se perdía más allá de los tejados.

Y, entonces, nos mandaban a la cama...

Al día siguiente,

habría que seguir persiguiendo renacuajos

con el agua hasta las rodillas,

ajenos al "eco"

y a la rivalidad Este-Oeste.

Porque éramos niños...,

y nuestro mundo...

era muy pequeño...





(Archivo: cuevadelcoco.)


Dedicado a Yayo Félix.

domingo, 22 de junio de 2025

Todos llegaron...





Obra de Cristóbal Toral.



Lentamente, al principio...,

luego, comenzó la invasión...


Esas habitaciones, que habían permanecido desiertas,

se llenaron de voces familiares,

de risas y de exclamaciones de alegría...

No faltó alguna lágrima por los ausentes,

y por los que ya no regresarían nunca...


La abuela, atareada, acomodando a unos y a otros...

Se la veía plenamente feliz...


Mi padre, tras las primeras efusiones, 

se retiraba a leer el periódico, 

mientras fumaba tranquilamente...


Y mi abuelo, en su sillón,

adoptaba el aire de paterfamilias,

que, de alguna manera,

creaba una barrera protectora a su alrededor...


Todo era como un sueño para mis ojos de niño...


Cenas en la terraza, 

tertulias hasta muy tarde,

mientras los pequeños íbamos "cayendo",

y nos depositaban en nuestras camas...


Sí, un sueño de cuento de hadas...,

del que nadie quería despertar...









(Archivo: cueva del coco.

Ilustración: Pintura de Cristóbal Toral.)