domingo, 12 de enero de 2025

Pequeño poema para un lejano amor.







 Ilustración de Mateo Lahoz 



Quizás en está tarde la recuerdes...

Una tarde de invierno, ya perdida

entre las brumas del tiempo.

Las ventanas del aula, reflejaban 

nuestros rostros, todavía 

con cierto aire infantil...

Fuera, la noche y la lluvia.

Nuestros labios, sedientos

de caricias eternas,

se encontraron al fondo 

de aquel parque dormido.

Sin palabras. El dulce

sabor adolescente,

a miel de las nubes.

Ay, amor mío, los jardines

eran tan irreales ...!

Las manos, enlazadas,

que se negaban siempre

a un vuelo solitario...

Y un beso fugaz,

antes de decir hasta mañana!









(Archivo: cuevadelcoco.

Imagen: Mateo Lahoz.).
















miércoles, 8 de enero de 2025

Lluvias de invierno...







 "Lluvia de invierno".

Ilustración de Mateo Lahoz.



La lluvia...que deja las calles desiertas...

Algunas ráfagas de viento helado, 

y las Navidades,

que van quedando atrás...

Quisiera, -ya sé que es un sueño...-,

salir de aquí volando como Ícaro,

y llegar al mar...

A una playa de doradas arenas...,

para caminar descalzo...

Lejos, muy lejos del frío...

Tal vez, hubieras llegado ya,

y tu cálida sonrisa 

me recibiera en el ocaso...

Pero...son fantasías,

que se funden con la niebla.

Mientras, la enlutada lluvia del invierno,

resbala en gruesas gotas por el ventanal.

En el horizonte, 

el tenue resplandor

de un ocaso que muere en la distancia...








(Archivo: cuevadelcoco.

Imagen: Mateo Lahoz.)












viernes, 29 de noviembre de 2024

Céfiro, el buen viento...






Céfiro, heraldo de la primavera.

Fragmento de "La primavera",

de Alessandro Felipeppi,

conocido como Botticelli.



Céfiro, uno de los cuatro animoi,

o deidades de los vientos, 

sopla desde poniente.

Es un viento amable,

precursor de la primavera.

Cuando Céfiro sopla,

El invierno se retira.


Era yo un niño,

cuando lo sentí por primera vez.

A finales de febrero, 

mientras contemplaba la lejanía desde la terraza,

noté que no tenía frío,

a pesar de que estaba oscureciendo.

Me llamaron,

pero me resistía a dejar de vivir aquel momento.

Aquella noche, tuve sueños dulces,

brillantes, luminosos...

¿El influjo de Céfiro...?

¡Quién sabe...!

Pero, ese año, los dos melocotoneros 

y la pareja de albaricoqueros,

florecieron como nunca lo habían hecho...

Y dieron frutos en abundancia...


Sin embargo, Céfiro suele ser caprichoso,

travieso, impredecible...


Alguna vez lo sentí en mayo,

un atardecer, 

volviendo del Campo.


¡Que la próxima primavera

no se retrase,

funda las nieves

y la flor de los frutales no se marchite...!










(Archivo: cuevadelcoco).


 

lunes, 7 de octubre de 2024

Balada para un sueño otoñal...

 








"Senda otoñal"

Obra de Mateo Lahoz.


Hubo un tiempo, muy lejano, 

en el que tuve un perro

con el que paseaba al final de la tarde,

casi de noche ya...

Desenganchaba la correa de su collar,

y lo dejaba libre,

para que trotara a sus anchas...

Si venía alguien en dirección opuesta,

se paraba, 

y volvía la cabeza hacia mí.

Era corpulento,

y más de uno, 

también paseador de canes, como yo,

se desviaba, por temor a que el mío,

pudiera enzarzarse con el suyo.

Simplemente con decirle "Sigue!",

se olvidaba de cualquier posible pendencia perruna.

De allí, pasábamos al parque.

Solitario, y no muy bien alumbrado

en los jardines del final.

Luego, en un reducido estanque,

del que brotaban varios pequeños surtidores,

mi perro saciaba su sed 

La noche ya era noche de verdad.

Al oeste, ni un vestigio

del deslumbrante atardecer.

Volvía a colocarle el enganche de la correa,

y, por las calles apenas transitadas,

regresábamos a casa.

Un tiempo dulce, y puede que demasiado corto...

No he vuelto a vivir un otoño como aquél.

Y mi perro, a veces, se cuela en mis sueños...








(Archivo: cuevadelcoco 

Imagen: Mateo Lahoz).


domingo, 1 de septiembre de 2024

1 de septiembre...







 1 de septiembre de 1939.


Es, quizás, la fotografía más difundida...

O lo fue...

La memoria colectiva,

acaso tenga residuos de este acto,

que parece simple y sencillo,

pero que dio paso 

al hierro y al fuego.

Al odio, a la sangre derramada,

y al horror.

El mundo se estremeció,

Porque la barbarie,

la negación de la razón,

y el desprecio al ser humano,

anidaron de nuevo,

pájaros siniestros,

en el corazón de los hombres.

Hemos aprendido algo...?

Ya no lo sé...


1 de septiembre de 2024.


85 años después,

cuando todos

pensábamos y deseábamos

que el siglo XXI 

fuese una época de esperanza,

aquella lejana y triste imagen,

ha vuelto a repetirse...

De otra forma y en toros lugares.

Pero con iguales consecuencias,

y en todos los aspectos

de la vida humana.

No, hemos aprendido muy poco.

Puede que nada...










(Archivo: cuevadelcoco).


viernes, 30 de agosto de 2024

Recuerdos de verano...









 




Cuando llegaban estos días,
Agosto se había ido desgranando,
sin darnos cuenta.

Y, entonces, sentía una profunda tristeza,
sobre todo, en las tardes de tormenta,
que impedían los últimos paseos.

Los libros, la lectura,
no servían de consuelo...

La casa, poco a poco,
se quedaba desierta.


La abuela,
en su silla pintada de verde,
se entretenía con sus labores de punto,
y, de vez en cuando,
mirando a lo lejos,
a través de ventanal,
suspiraba...

Luego,
reanudaba el rítmico movimiento
de las agujas metálicas,
que entrechocaban entre sí...

Y es que recordaba con nostalgia
las cenas en la terraza,
bajo la parra,
cargada de uvas...

O las comidas familiares
en la gran mesa del comedor,
o las tertulias,
en las que, inevitablemente,
se evocaban viejos tiempos...

Volvîa la soledad...

Y yo, en mi lugar acostumbrado,
sentía ya la proximidad de la vuelta al colegio.

Dichoso colegio...!

Fastidioso colegio...!

El murmullo del pequeño río,
resonaba en mis oídos...

La caricia ardiente del sol...!

Los juegos crepusculares
alrededor del castillo...

Y el pensamiento,
libre de preocupaciones. 

La sombra del colegio,
sus claustros sombríos,
las aulas,  
los largos pasillos,
volvían a ocupar su lugar, 
en nuestras mentes infantiles...









  (Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cueva del coco)

jueves, 25 de julio de 2024

Las nieves del tiempo...





Capitel corintio.



En todas las familias, siempre hay alguien, 

no importa si es hombre o mujer,

que todo lo sustenta.

Quién llena de vida el entorno familiar,

soluciona los conflictos,

pone paz cuando es necesario,

y siempre sonríe...

Siempre.

A pesar de las dificultades,

a pesar de los vientos adversos.

Capaz de comprender y consolar,

de decirlo todo sin palabras.

Porque le basta una mirada cariñosa,

una leve caricia,

para devolver el ánimo y la esperanza

a quien pudiera necesitarlo.

Son portadores de luz.

Quienes mantienen derecha

la estructura familiar.

Los demás, a su lado, son seres anodinos,

Simplemente, están. Sin más.

En mi familia, he conocido auténticos pilates,

verdaderos ejes de la existencia.

Y, cuando se van, 

los cimientos se descomponen, antes o después.

Y todo falla.

El edificio se derrumba,

porque ya no están.

No son seres de apariencia extraordinaria.

Pero lo llenan todo.

El mecanismo sigue funcionando.

Y un día se para.

Porque se han ido.

Y los recordamos.

Y soñamos con ellos.

Y el despertar es triste.

Sin embargo, han dejado su huella en nosotros.

Y sonreímos,

a pesar de los pesares,

porque siguen a nuestro lado.








(Archivo: cuevadelcoco.)