"...Yo tenía un amigo, un buen amigo... Íbamos al Instituto de nuestra pequeña ciudad, y todas las tardes, previo paso por nuestros respectivos domicilios, para tomar el consabido bocadillo, dábamos una vuelta por los alrededores...
Igual en otoño que en primavera...
¡Conversábamos incansablemente, de tantas y tantas cosas...!
Éramos inseparables...
Los dos teníamos sendos amores juveniles desafortunados...
Que también eran tema de conversación...
Aquellos paseos, eran lo mejor del día.
Y siempre terminaban en el fondo del parque.
Una vez allí, regresábamos a casa.
El reloj de la torre, daba las diez cuando yo entraba en el patio o ya estaba subiendo las escaleras de barandilla de hierro con pasamanos de madera...
Y así, día tras día...
Hasta que la vida nos hizo tomar caminos diferentes...
Siempre es así..."
(Imagen: "Torre del reloj", años 30, Jaca, Huesca).
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