Marzo pasa a caballo, buen jinete
-alma, olfato y estilo con espuela-.
Cuando quiere volar, aire es que vuela,
y nadie hay que a veloz al viento rete.
Marzo dividiríase por siete.
El uno escribiría una novela,
y los seis leerían. Si encarcela
marzo el instinto, que un abril promete;
si lo recluye, y frena su caballo,
parecerá, inmóvil sobre el tallo,
ser flor súbitamente absorta.
Naciendo abril así, nacerá mudo:
la fantasmagoría de un desnudo
marzo si marzo tanto se reporta.
(Ilustración: "Apunte del Cuaderno Negro", de E. Pérez Tudela).
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