EL SONETO
No se puede habitar esta vivienda,
desde hace mucho tiempo clausurada;
no se puede habitar, porque no hay nada
que llevar al pulmón. Tomó la senda
del abandono del aire, y quien pretenda
pasar al interior de la morada,
ley de hospitalidad verá negada
y ceñido el pulmón por una venda.
No sé por qué no huyo, si me ahogo
-considera el intruso, el temerario-
cuando rítmicamente monologo.
Es que aun ahogado, vivo bajo techo,
aun ceñido el pulmón por un sudario,
y el frío de la calle está al acecho.
(Ilustración: "Una vista de la ciudad mágica", de E. Pérez Tudela).
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