Se celebra hoy, 29 de junio, la festividad de San Pedro y San Pablo.
San Pedro, en quien Cristo depositó toda su confianza, nombrándolo "piedra" fundamental de su Iglesia. A pesar de ser un humilde pescador, a pesar de ser un hombre sin ninguna ilustrción, o, quizá por eso mismo, recibió de su Maestro la mayor dignidad que podía conferirle.
San Pedro, nació en Betsaida, el año 1 A.C., y murió en Roma en el año 67 de la era cristiana, crucificado cabza abajo, "por considerarse indigno de morir en la Cruz de la misma forma que Cristo".
San Pablo, Saulo de Tarso, fue un perseguidor de los cristianos, e incluso tomó parte en el martirio de San Esteban, conocido como el "protomártir". Sin embargo, estaba predestindo a ser el apóstol de los gentiles, por considerar que la Revelación no debía de limitarse al pueblo de Israel, sino a toda la humanidad.
Nació en Tarso, entre los años 5 y 10 D.C., y murió decapitado en el año 67 D.C.
San Pedro, elegido por Cristo como discípulo, vivió junto a su Maestro hasta su muerte en la Cruz, y la iconografía lo representa portando unas llaves, las llaves del Reino Celestial, donde irían a morar todos los justos que siguieran la nueva doctrina de salvación y de esperanza.
San Pablo, aunque no conoció a Cristo, es considerado como el Apóstol más significativo, por su lucha y empeño de transmitir la buena nueva a toda la humanidad.
Hoy, como todos los años, los recordamos y celebramos su altísima misión, llevada a cabo aun a costa de sus vidas, como así sucedió.
(Imagen: "San Pedro y San Pablo", de Domenico Teotocopouli, conocido como "el Greco".)
martes, 29 de junio de 2010
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