dorado, del verano
resonó aquella tarde
doliente, entre las frondas.
Como una serie
interminable de ocasos
se sucedieron los días...
Páginas inolvidables
quedaron escritas
en un tiempo sin tiempo,
y por la puerta abierta de las horas
se marchó en silencio
mi infancia sin retorno.
Nada era imposible,
nada era difícil.
Desde el vuelo
sutil de las palomas,
al amor sin fronteras de una niña,
ojos más profundos
que el nocturno cielo.
Azotado,
siepre azotado
por los vendavales de la vida,
todo está lejos, muy lejos,
eternamente inalcanzable...
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