castigado de nieves y de ausencias...
En medio del clamor de la ventisca
quise ofrecerte rosas imposibles...
Los oscuros campanarios derramaban
como pájaros errantes en la niebla
sus toques vespertinos. ¡Qué tristeza
de aconjogados sones soñolientos...!
La negrura tangible, densas sombras,
y tu mirada fija en otros ojos.
(Yo soñaba el calor de tus abrazos...)
Mi juventud herida agonizaba
como una rezagada golondrina
vencida por los vientos de diciembre...
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