Verdaderamente, es una agresión...
En la calle, en las grandes superficies, en el autobús, en la consulta del médico, en la parada del autobús, en el colegio, en la universidad, en las cafeterías...
¡Yo qué sé...!
La gente no se recata en comentar por su móvil, incluso problemas familiares...
Que, por supuesto, me importan un pimiento...
Haría que exigir el derecho a la propia intimidad, a no ser invadido por conversaciones que resultan molestas, ridículas, y producen vergüenza ajena en la mayoría de los casos...
¡Y no digamos cuando se trata d una discusión vía móvil...!
Entonces sí que ya se riza el rizo de lo surrealista...
El otro día, el pasado miércoles o jueves, una niñata discutía a voz en grito, con el que debía de er su pareja, pero como si lo tuviera delante. Todos los pasajeros se miraban y nos mirábamos con una sonrisa, mitad de lástima, mitad de impotencia...
De lástima, por la falta de discreción, de educación y de respeto hacia los demás...
Todo ello sazonado con una buena dosis de impertinencia...
De impotencia, porque, quien más y quien menos, hubiera arrojado el dichoso aparto por la ventanilla...
Pero, como este país, sgue confundiendo los términos, y se continúa ignorando que los derechos propios terminan donde comienzan los derechos ajenos, pues...¡ancha es Castilla...!
Las compañías, que no enumero, ni pienso, ya que sería hacerles publicidad gratuita, ofrecen servicios y servicios a sus clientes, aunque jamás han movido un dedo para recordar que un móvil, puede ser molesto...
¡Y muy molesto...!
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