"... a veces, me llegan ecos de mi familia..., de esa familia formada por tíos, primos, primas, y demás... Y siempre tengo la impresión de que están solos, de que viven solos, de que sufren solos, y, en fin, que la soledad ha ido tejiendo una tela de araña a su alrededor... En cierta ocasión, creo que fue mientras esperaba un tren, compré un libro en la librería de la estación... Tenía un comienzo extraño, con una frase estremecedora: "Vivimos igual que soñamos: Solos..."
¿Estamos condenados a la soledad...? Parece que sí... Nos creamos ilusiones, espejismos, fantasmas de una realidad que no es tal... Y vivimos, y vivimos... Y pasan los años... Todo se envuelve en bruma... ¡Qué lejos los veranos, qué distantes aquellos dorados veranos de mi infancia...! Los pensamientos eran más simples... Todo se limitaba a jugar, comer, dormir, leer aquellos tebeos que me compraban mi madre y mi abuela... Luego, un día, se siente la soledad por primera vez... Es la adolescencia... Y otro día, se descubre que es imposible luchar contra la soledad... Lo mejor es hacer una alienza con ella... Y así, es posible tener un poco de paz, un poco de felicidad, que es otro espejismo, pero grato...
La soledad...
Conoces a alguien, crees que es feliz, y, en unos minutos, descubres que está solo, y que se siente
desgraciado..., o desgraciada...
Hace tiempo que no lucho con la soledad... Y eso me ha permitido las mejores horas de mi vida...
¿Soy feliz...? No lo sé...
Hay días dorados, y hay días grises, hay días llenos de sombras y días luminosos...
Nada más..."
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