"... al llegar a estos días de finales de agosto, mi abuelo solía quedarse pensativo, sentado en un sillón de mimbres, bajo la parra, mientras la tarde caía lentamente...
Puede que evocara otros tiempos, cuando las estaciones le eran indiferentes, y el frío o el calor no le afectaban...
Yo sabía que temía los rigores del invierno, sobre todo su larga oscuridad...
Mi abuelo, meditaba en silencio...
Luego, se retiraba al interior de la casa, y, con gesto de resignación, escuchaba las noticias que daba la radio...
Yo lo contemplaba, pensando si podía hacer algo o decirle alguna cosa que aliviara su tristeza...
Y nunca supe decirle nada..."
viernes, 28 de agosto de 2009
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