Escribir poesía,
no es sólo sentarse ante una mesa,
tomar papel y lápiz
y derramar versos
sobre la blanca superficie.
Es algo más.
Más doloroso, más profundo,
porque hay que excavar
en las profundidades del espíritu.
Y surgen así
recuerdos y vivencias,
días de sol y días oscuros,
instantes negros y momentos gratos,
pero siempre,
siempre,
es doloroso, porque significa
ir al fondo del volcán
donde se agitan incesantemente
todos los tiempos vividos.
Y siempre hay algo
que nos pone tristes.
Un nombre,
una fecha,
un adiós.
Papel y lápiz...
y desnudar el alma.
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