Siempre he sentido una especial fascinación
por esta obra de James Abbot McNeil Whistler...
El retrato de su madre...
Posando, de perfil, sobre un fondo severo,
ataviada de negro, y, sin embargo,
se advierte el cariño que el pintor sentía por ella...
La ha plasmado en un momento de calma,
uno de esos instantes familiares e inolvidables...
No la ha adornado de flores ni la ha colocado
en un ambiente deslumbrante...
Al contrario...
Ha elegido para ella el entorno más sencillo...
Pero de esta pintura se desprende una luz especial,
una aureola de serenidad,
de bondad y de comprensión,
que, acaso, fueron los motivos
que impulsaron a Whistler
a realizar este incomparable retrato retrato...
(Archivo: cuevadelcoco).
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