No deseaba cerrar este blog, por hoy, sin tener un recuerdo para José de Calasanz, el Santo fundador de la Escuela Pía, cuyo lema ha sido y es, "Piedad y Letras". Todos los años, cuando se aproximaba esta fecha, la comunidad escolar se conmovía, salía de su estatismo y de sus diversificados recintos, para ser todos uno. Partidos de fútbol, carreras ciclistas, sesiones de cine... Todo para celebrar y conmemorar la labor de un hombre, cuyo amor por la infancia desvalida e ignorante de su época, le llevó a fundar, a costa de sacrificios, esfuerzos y sinsabores, una escuela diferente, donde todos, sin distinción de clases, tuvieran un lugar donde aprender, donde formarse, donde sembrar la semilla de futuros hombres íntegros, instruídos, alejados de la ignorancia, y, a la vez, humanos, piadosos y compasivos con sus semejantes...
José de Calasanz, humilde, caritativo y santo, bien merece estar en lugar destacado entre los benefactores de la humanidad, en su aspecto más débil e indefenso: Los niños.
En la Catedral, todos a una, cantábamos su himno: "Padre, que de los niños, buscaste siempre el bien..."
Luego, cohetes, suelta de globos, festejos, cine, y, ya de noche, fuegos artificiales y la tradicional hoguera en el patio del colegio...
Sin duda, José de Calasanz, el Santo de los niños, sonreía desde las alturas celestes...
¡Bendita sea su memoria...!
(Imagen: "La última Comunión de San José de Calasanz", de Francisco de Goya).