del árbol de la fe en tiempos remotos,
al vencedor divino de la muerte
rogadle por nosotros.
Profetas que rasgásteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
rogadle por nosotros.
Almas cándidas, Santos inocentes
que aumentáteis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado
rogadle por nosotros.
Apóstoles que echásteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario
rogadle por nosotros.
Mártires que ganásteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los combates
rogadle por nosotros.
Vírgenes semejantes a azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura
rogadle por nosotros.
Monjes que de la vida en el combate
pedísteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas
rogadle por nosotros.
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es raudal de ciencia inextinguible
rogadle por nosotros.
Soldados del Ejército de Cristo,
Santos y Santas Todos,
rogadle que perdone nuestra culpas
a Aquél que vive y reina entre vosotros.
Gustavo Adolfo Bécquer.
(Fotografía: Ángel en un panteón del cementerio de Jaca, Huesca).
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