Una tarde de sol,
una dorada tarde del sol...
Chispeante y alegre...
Luego, las brumas del invierno...
Decía mi abuelo, al contemplar cómo se apagaba
la luz tras los cristales:
"...vamos camino de la tiniebla..."
Porque temía las interminables sombras invernales,
ese tiempo árido, hiriente, pleno de aristas...
Donde sólo se puede esperar...
Esperar que vuelvan los días luminosos...
Para ver cómo se van de nuevo...
Esperar...
Sólo esperar...
(Imagen: Glacis de la Ciudadela, junto a las tapias del Seminario abandonado, Jaca, Huesca).
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