Desde que D. José Zorrilla escribiera su versión del mito de D. Juan, se ha venido representando ininterrumpidamente la noche de Todos los Santos.
Incluso en años estudiantiles era poco menos que obligado montar una función con esta obra.
He escuchado muchas versiones radiofónicas y he visto otras tantas televisivas, en los sesenta y setenta.
Y no deja de emocionar el personaje de D. Juan, que, en el fondo es un ser humano y a pesar de su aparente frivolidad y dureza, se siente perturbado ante la bella e inocente doña Inés...
Actualmente, no sé qué derroteros llevará este drama decimonónico, pero seguro que hoy, en algún teatro de España, seguirá conmoviendo a los espectadores...
Y es que, en el fondo, afortunadamente, todavía somos unos sentimentales.
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