Pasé diez años de mi vida en una emisora de radio, donde tenía mi propio programa, y no voy a entrar en detalles, porque no le interesan a nadie. Pero junto a las luces verde y roja de "estar o no estar en el aire", había un cartelito, que, medio en serio, medio en broma, decía : "Prohibido improvisar". Dos palabras pegadas con cinta adhesiva.
Es decir, que todo lo que hubiera que comentar, era mejor hablarlo puertas afuera del locutorio o "pecera", como familiarmente se conocía al pequeño reducto insonorizado desde donde se emitía
en directo. Lo cierto es que consideré que era un buen consejo, y jamás se me escapó nada que no
"estuviera en el guión". No pretendo ir de listillo, pero lo cierto es que, siguiendo ese buen consejo, jamás tuve problemas.
A los políticos habría que colocarles el cartelito en cuestión en la punta de sus narices, para que tuvieran la boca cerrada cuando fuere menester. Y es que no escarmientan, no, señor, no escarmientan. ¡Cómo se nota que la verborrea les va, se pirran por hablar y no callan ni debajo del agua!
El Sr. Rajoy, hoy mismo, acaba de meter la para estruendosamente, una metedura de pata antológica, de colección, que ni hecha de encargo. En vez de morderse la lengua, y sin asegurarse de si el micrófono estaba abierto o cerrado va y dice: "MAÑANA TENGO EL COÑAZO DEL DESFILE. EN FIN, UN PLAN APASIONANTE."
El mismo Sr. Rajoy que hace un año hacía apología de los valores patrios, y de cuanto "conmueve el corazón de los españoles"...
¡Ay, infeliz!
Donde haya medios informativos, boquita cerrada, que además de que no penetran dípteros, no se sueltan inconveniencias.
¡A quién se le ocurre..!
Delante de un micro conectado con los medios informativos, nada menos...
Y que siempre están a la que salta...
Como es su obligación...
¡Infeliz..!
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