Cuando se viven tiempos difíciles, y los tiempos difíciles siempre los ocasiona una crisis económica, los gobiernos, si son inteligentes, invierten en infraestructuras y en educación. En infraestructuras, para modernizar el país, para eliminar todo lo obsoleto, para renovar vías de comunicación, puertos y aeropuertos, amén de varias cosas más. Aunque el gobierno se entrampe, no importa. Esto da de comer a los ciudadanos, y permite que la economía se mueva, los ciudadanos se olviden de guardar sus ahorros debajo de una baldosa, ya que no confían en los bancos, y la vida sea más llevadera. Nuestro ejecutivo, sin duda no sabe o no quiere saber que en España hay en la actualidad unos tres millones de viviendas sin habitar, que las constructoras no logran sacar adelante, porque nadie quiere cambiar de vivienda, ni mucho menos meterse en complicaciones para adquirir una nueva. Pues bien, nuestro ínclito ejecutivo tiene la intención de construir 300.000 viviendas más, para ver si el sector se recupera, cuando ya más alicaído no puede estar. El Reino Unido, ha comenzado un plan de emergencia, basado en las premisas que anteriormente citaba: Infraestructuras y educación. Las primeras, para que nada se anquilose, y cuando llegue el momento oportuno el país no se quede a la zaga y tenga que galopar entonces, en ves de trotar ahora. Y en educación, para que, cuando la crisis remita, los jóvenes estén preparados para asumir puestos de responsabilidad. Para que tengan una formación acorde con los buenos tiempos futuros.
Aquí, y no sólo aquí, todo se intenta arreglar tapando agujeros.
Las soluciones a la crisis no existen.
Las iniciativas tampoco.
No se toma ninguna medida.
Y si se habla de tomarla, siempre termina en cánticos celestiales.
Por el momento, y recordemos que aún no hemos tocado fondo, el gobierno no sabe por dónde va, está perdido, desorientado, muy mal aconsejado y sin capacidad de decisión.
Y así nos va...
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