Claude Monet,
gustaba de pasear
y plantar su caballete
en cualquier recodo,
siempre que llamase su atención,
pero, sobre todo,
por la luz de ese instante...
"Camino a Vetheuil"
Anaranjados y azules,
toques de verde,
y la incierta lejanía...
Un camino perdido,
poco frecuentado...
Primavera, acaso...
Y, al fondo,
la linea del mar...
Sin duda,
los caminos,
las sendas,
las veredas...,
le producían
una especial emoción...
Quizás
por lo que tienen de cambiante...
Un camino,
es todos los caminos...
En uno mismo,
existe una multiplicidad de matices,
como en el cauce de un riachuelo...
Y Monet lo sabia...
Con pincelada
apresurada,
nerviosa,
impaciente,
volcaba en las telas
esa primera visión...,
inmediata y fresca...
Jorge Luis Borges,
en su relato
"El jardín de senderos que se bifurcan",
plantea la posibilidad de un camino infinito,
eternamente diversificado...
La presencia humana,
se reduce a unas figuras inconcretas,
misteriosamente distantes...
Imposible renunciar
a las leyes inmutables
del color en la naturaleza....
Oriente y occidente...
Cruzando,
dejamos algo atrás,
y nos aventuramos
en lo desconocido...
La vida...,
como constante aventura...
También la serenidad,
la calma...,
el sosiego...
"Un sauce".
Protagonista del cuadro...
"Camino en Normandía".
Un lugar habitado,
la soledad nos abruma...
Porque no somos islas...
Aunque lo intentemos...
(Archivo: cuevadelcoco).
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