Durante varios días, con sus noches correspondientes, el Viajero ha descansado apaciblemente en la confortable cueva del Coco...
Se ha sentado en la entrada, para gozar de algún momento de sol, ese sol engañoso de invierno, pero, a fin de cuentas, agradable...
Las conversaciones se han prolongado hasta la madrugada, observando el crepitar de los leños que arden en la chimenea, y el sueño inquieto, eléctrico casi, de las animales que conviven con el Coco...
Éste, sabía que el Viajero, antes o después, reanudaría su peregrinación por el mundo...
Y así ha sido...
El Filósofo, aprovechando estos días de bondad climática, ha aprovechado para acercarse a la cueva, y escuchar, de labios del Viajero, sus historias y anécdotas de lugares remotos...
Historias, que el Viajero sabe aderezar, para deleite de quienes lo escuchan...
Se han quedado solos, el Coco y el Filósofo, pero, en el ambiente, flota todavía la presencia de ese personaje, que, continuamente, cambia de lugar, huyendo de sus fantasmas...
Su humanidad, su elocuencia, su sabiduría, adquirida a fuerza de tratar con gentes de todos los
lugares imaginables, han sido un regalo, y han constituído un tesoro para guardar en la memoria...
En el lugar más cálido de la memoria...
Ya, en su casa, el Filósofo, se ha acomodado en su sillón de lectura, y ha escrito en su diario...
Ta vez algún día se puedan saber sus reflexiones...
Él, a veces, también quisiera viajar, salir de la llanura, dejar de contemplar el mismo horizonte...
Ser un "homo viator"...
Pero, sigue allí... Y pasan los días, y la luz..., se nota cómo se va alargando, cómo gana espacio a las sombras...
El Gao ciego dormita sobre sus rodillas, ronroneando...
Los dos perros, sobre una manta, cerca del fuego, también duermen... Aunque su finísimo oído está pendiente de cualquier ruido extraño, de cualquier sonido que pudiera significar una amenaza...
A fin de cuentas, ello consideran que esa es su obligación...
Pero, en la llanura, nunca pasa nada...
Sólo el viento, agitando los árboles desnudos...
Algunos, ya se impacientan, y muestran sus prematuros brotes...
Pero, aún queda invierno...
Todavía pueden venir días fríos...
Incluso la nieve puede visitar el llano de nuevo...
Mientras, el Filósofo, lee, pasea, escribe..., y medita...
El Coco, a quien el Viajero ha obsequiado con unos libros maravillosos, también deja pasar las horas...
Todo llega...
Y la primavera llegará para todos...
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