"...hace tiempo que no siento la alegría de los domingos...
Cuando era niño, el fin de semana lo veía como un merecido descanso, un intervalo de paz...
Para jugar, para ir al cine por la tarde, para pasear con mi familia...
Y volver el lunes al colegio con renovadas energías...
Y, es que hoy, domingo, me he sentido triste...
Triste, porque me he puesto a pensar...
Ya venía sucediéndome, pero hoy, ha sido más hondo, más intenso, más doloroso...
Casi prefiero el trajín de los días de trabajo..., porque así no pienso...
Mi abuelo, medía el tiempo por las estaciones y por los santos del calendario...
Ya falta poco para la Imaculada...
Quedan dos semanas para la Nochebuena...
Ya alargan los días, se nota que estamos en San Antón...
Se van las nieves, los mediodías son más cálidos y apetece dar una vuelta después de comer...
¡Anda, si es San José...!
¡Pues ya está cerca la Semana Santa...!
Fíjate, han vuelto las golondrinas...
¡Qué calor hace este mes de junio...!
¡Va a ser un verano caluroso...!
Ya se caen los hojas...
Fíjate, estamos en Todos los Santos...
Y así..., sucesivamente...
Y yo, hoy, domingo, me he puesto triste, porque mido el tiempo según se van pagando los plazos de los créditos, según vamos esperando que llegue "el fin de mes", para llenar el bolsillo y ver cómo se vacía antes de lo que esperas... Y, sí, es triste contemplar el paso de los años en función del dinero...
Y no hay otra cosa, ni se habla de nada más...
Esto es grave.
¿No hay nada que no sea el dinero...?
Por lo visto, no.
Y ha sido un día triste...
¡Qué lejos los años infantiles, cuando los domingos eran un tiempo para juegos, amigos y paseos...!
Era dulce sentir el transcurso de las estaciones...
En este domingo, último de febrero, una nube de tristeza ha pasado por mi alma, dejando dentro de mí..., nada más que frío..."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario