sábado, 12 de septiembre de 2009

"Sputnik, mi amor", de Haruki Murakami.


Esta tarde he comprado este libro, que me faltaba por leer. La verdad es que Murakami me ha apasionado desde su "Kafka en la orilla".
En fin, no quería hablar del libro, que aún no he leído, sino de una noche de verano, en mi lejana infancia, cuando, desde la terraza, contemplábamos el cielo nocturno, y el paso de un "satélite artificial", como llamábamos entonces a esos ingenios en órbita.
Durante varias noches, cruzó el cielo, no recuerdo bien la dirección, pero me parece que era de este a oeste...
Yo no sabía nada de la pugna espacial USA-URSS...
Para mí era una maravilla saber que allá arriba, un objeto volador, lanzado desde Cabo Cañaveral o Siberia, daba vueltas a la tierra cada tanto tiempo...
Sí, era una maravilla...
Aquel mes de agosto fue muy tormentoso...
Y septiembre fue una delicia...
Hasta que llegó la hora de volver al colegio...
¡Ay, Señor, la infancia es un mito..!
De las luces del verano a las profundidades grises del colegio, los oscuros claustros, las enigmáticas escaleras, la iglesia en sombras, y poco a poco se echó encima el invierno...
Ya no me acordaba de mirar al cielo, ya anochecido, para ver si pasaba un punto luminoso que orbitaba allá arriba...
Entre libros, cuadernos y oraciones, iba pasando el tiempo...

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