Para todos ellos y ellas, este poema.
Que sirve a la vez de homenaje y oración.
Que os llene Dios de dulce paz y olvido
y os limpie totalmente la memoria
de cuantas sombras fueron vuestra historia
y el sueño fantasmal de haber vivido.
En tan largo camino recorrido
vertido sin pasar pena ni gloria
fuísteis el agua lenta de una noria
que regó tiempo apenas percibido.
Y cuando se os quebró el frágil latido
y vuestras manos se tornaron frías,
mi corazón, cansado y dolorido
hubo de atarse al curso de los días.
Bajo el cielo otoñal, descolorido,
evoco aquellas viejas alegrías.
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