¡Cuántas veces,
en mi dorada
y añorada juventud,
ascendía hasta la cima...!
Y dejaba
que mi mirada se perdiera
en la confusa lejanía...
Las colinas lejanas
presagiaban el llano...
Y presentía,
que un día,
un incierto día,
habría de partir,
y quizás mi alma
se llenara de tristeza...
(Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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