¡Cuántas veces, en sueños, has venido a buscarme...!
Y yo, que estaba ausente en tan remotos mares
no sabía que tu voz me llamaba,
ni sabía que tus ojos,
buscaban mis ojos,
y en la quietud del cielo,
posabas tu mirada...
Vagaba yo muy lejos, por los mares perdidos...
Y las viejas sirenas cantaban y cantaban...
Aunque su canto, a veces, era una queja suave
y la desnuda tarde, llenaban de nostalgia...
Mis sueños..., eran hojas de un otoño imposible,
golondrinas doradas que surcaban los aires...
Mas luego se marchaban...
¡Cuántas veces tus brazos
quisieron estrecharme
y yo, que había partido,
ni siquiera soñaba
que anhelaba tu cuerpo
unas tiernas caricias,
un beso de mis labios
y una tiernas palabras...!
(De "Dispersario").
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