sábado, 30 de octubre de 2010

...escribir una carta...


No hace tanto tiempo, aún se escribían cartas...
Una carta, era bien recibida....
Noticias del amigo, de la chica o del chico, de un familiar que estaba lejos...
Cartas para conmover nuestros sentimientos...
Unas, tristes, otras, alegres...
El cartero, tocaba el silbato una o dos veces, según el piso al que iban dirigidas. Y gritaba el apellido desde el comienzo de la escalera...
Siempre con su uniforme gris, de botones dorados, su gorra, que no solía llevar puesta casi nunca, salvo en los días de lluvias y nieves, y la cartera, voluminosa, colgada de un hombro...
No recuerdo el nombre del cartero..., o de los carteros...
Eran personajes familiares, que, por eso mismo, por ser familiares, pasaban inadertidos...
Se les saludaba por la calle, y en Navidad, solían pasar un sobrecito donde, cada familia, introducía un dinero, lo que buenamente se les podía dar...
Y los carteros, daban las gracias, y deseaban unas felices fiestas, y los mejores deseos para el Nuevo Año...
Yo tenía un amigo, y lo tengo todavía, con el que mantuve una abundante correspondencia durante mucho tiempo....
Ambos, esperábamos nuestras respectivas misivas con impaciencia.... Eran cartas plenas de humor, de ocurrencias, con las que nos reíamos a placer... Los dos conservamos algunas de ellas...
Cartas, también, de la chica que se fue lejos, porque trasadaron a su padre, y toda la familia desapareció del lugar... Al principio, todos los días, luego, todas las semanas..., hasta que la correspondencia cesaba...
El amor y la distancia..., pues sí, son incompatibles...
Cartas del tío de Buenos Aires, cartas de la tía de Valencia, cartas del abuelo de Melilla, cartas de mi padre, cuando estaba destinado fuera de la pequeña ciudad...
Las cartas eran entrañables... Solían ir a parar al fondo de un caja forrrada de papel gris, en el enorme armario de la habitación de los abuelos...
De vez en cuando, solía echarles una ojeada...
Eso si, cuando me quedaba solo en casa...
El género epistolar era uno de los géneros literarios más cultivados en la antigüedad..., pero ya se ha perdido...
¿Quién escribe cartas hoy, habiendo teléfonos moviles, email, y otros "adelantos"...?
En el fondo, estamos mucho más solos que antes...
Tengo un amigo, que, absolutamente reacio a la nuevas tecnologías, me escribe cartas de su puño y letra, como se decía antes...
Y las guardo como un tesoro...
Porque son la plasmación de unos instantes y de sus emocions, sobre la alba superficie...
¡Queridas viejas cartas...!
¡Cuántos océanos de tinta en cielos de papel...!
Por eso, cuando recibo una carta, lo agradezco infinitamente...
Y la guardo..., como es natural...
¿Quién no ha leído las "Cartas Persas" del Barón de Montesquieu...?
¿O la versión española de José Cadalso, con sus "Cartas Marruecas...?
¿O las "Cartas desde mi celda", de Gustavo Adolfo Bécquer...?
¡Seguro que es más conocida la película "Cartas desde Iwo Jima"...!
Tampoco está nada mal... Es, quizá, la obra maestra de Clint Eastwood...
(Su nombre me ha sonado siempre a revólver amartillado..., no lo puedo evitar...)
Ya no se escriben cartas...
Y algún día, hasta las llamadas de teléfono serán sustituídas por nuevos procedimientos...
Y los emails también desaparecerán...
Tal vez, algún día, nuestros nietos, descubran un fajo de cartas atadas por una cinta tan descolorida como el papel donde fueron escritas...
Y puede que no sepan de qué se trata...
Quizá las lean, y hasta se emocionen...
O las arrojen al triturador de papel, como algo sin sentido...
Como siempre: ¿Quién sabe...?

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