El cine, en nuestro país, no es una industria precisamente fuerte.
Se tira a base de subvenciones, ayudas, y otros paños calientes.
Los productores no arriesgan nada, no arriesgan, porque es más fácil ir a la caza de la subvención, que más tarde o más pronto llega, que exponer el propio capital.
Hacer cine con el dinero de todos..., pues es una posición muy cómoda.
Y cuando no hay nada que arriesgar, la calidad decae.
Tanto da que salga una obra de arte como un bodrio apestoso e infumable.
A fin de cuentas, la película ya está en cartelera...
En USA, que tiene una industria cinematográfica potente, el productor es quien se la juega.
Así que escoge al mejor director, los mejores actores, el mejor guionista, todo lo mejor para que el producto sea un éxito de taquilla, y si encima recibe uno o más premios de la academia, pues qué más se puede pedir...
Aquí, pues no importa nada.
Que la gente no va a ver la película, que el público pasa de todo, que la taquilla no da ni para pipas.., buenoooooo..., el dinero del productor no corre peligro...
Así nunca tendremos buen cine...
Ya vale de subvenciones para producir un cine de ínfima calidad.
Quien quiera hacer cine, que se busque la vida.
Y una forma de buscarse la vida, es trabajar de verdad.
Porque la pereza que rezuma nuestro cine es mayúscula.
Una obra de arte, siempre se ha dicho que no puede ser perezosa.
Pues por lo visto, el cine español, sí...
Los actores y actrices, en su mayoría, carecen de una formación sólida, y a decir verdad, les viene justo para hablar.
En fin, nuestro cine, al que no tengo el menor aprecio, salvo contadas excepciones, es un producto que no se sostiene, cargado de relajación, de improvisación, con guiones horrendos, mala fotografía, ausencia de una correcta dirección y pésimos intérpretes.
Sería mejor producir menos cine, pero que surgiera de productores valientes, que encabezaran un equipo digno y capaz...
Claro, que, como en muchas otras cosas, pedir buen cine español es pedir peras al olmo...