Se disolvían en las sombras de la tarde...
Fuera, un atisbo de luz,
tan fugaz, tan impreciso...
Y el silencio...
Sobraban las palabras, como una nube oscura
que cruza un mediodía soleado...
Sus rostros, quizás por un momento,
volvían a ser jóvenes,
porque el Tiempo
miraba hacia otro lado...
Él le tendía la mano,
ella la tomaba con la suya
en una misteriosa eucaristía,
el hilo conductor de las dos almas...
Flotaban en las sombras de la tarde...
Nada quebrantaba aquellas horas...
Navegaban en aguas mil veces navegadas,
y siempre, o casi siempre,
algún recuerdo oculto entre sus pliegues,
ondulaciones trenzadas por los años,
asomaba y con sus ojos tímidos
suplicaba su rescate del olvido...
En memoria de mis abuelos.
(Archivo: cuevadelcoco).
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