Siempre están allí...
En esa, o en otra estantería...
Amigos fieles y discretos...
En cualquier momento,
podemos acudir a ellos,
a los de siempre,
y rememorar
escenas inolvidables...
Que nos remiten
a momentos ya pasados,
que nos permiten
conocer cosas de la vida,
a través de otras vidas...
Y, es que,
quien ha vivido entre libros,
sabe de la íntima
y apasionante aventura,
de adentrarse entre sus páginas...
Y los nuevos...,
los que esperan nuestra visita,
porque el tiempo es exigente...
Esos, que hacen cola,
hasta que les llega el día...
¡Ay, la tentación de un libro nuevo...!
Puede ser,
en una inesperada y apacible
tarde de miércoles...
Ese fin de semana,
cuando el cuerpo nos pide una tregua,
y quiere, y exige
descanso, soledad y silencio...
El gozo de leer...
Primero, titubeando,
en los coloridos y soñadores
cuentos infantiles...
Luego, esas lecturas,
más apasionantes,
que marcan
la adolescencia y juventud...
Y, años más tarde,
ya con criterio propio
y lentes que compensan
una vista cansada,
sentir el deleite
y la profunda satisfacción
que nos ofrece un autor,
a través de esas páginas,
elaboradas para nosotros...
Sí, siempre están allí...
Nunca se quejan
si los olvidamos por un tiempo...
Nuestro regreso,
es muy bien recibido...
¡Gracias,
en este día,
a cuantos, hombres y mujeres,
nos han dado lo mejor de sí mismos,
de la forma más noble y desinteresada...!
¡En sus libros...!
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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