miércoles, 30 de noviembre de 2016

San Andrés, de Doménikos Theotocópouli, "el Greco"...





"San Andrés, Apóstol"
Domenikós Theotocópouli,
llamado "el Greco".


El "Greco", realizó varias versiones,
del Apóstol Andrés,
en su mayoría
portando los dos maderos en aspa,
donde fue crucificado...

El nombre de Andres,
procede del griego,
andrós,
que significa hombre...

Hoy, 30 de noviembre,
se conmemora 
el recuerdo de este Apóstol,
que caminó junto a Cristo...

¡Felicidades a cuant@s llevan su nombre!











(Archivo: cueva del coco).

Noviembre se va...


Candanchú.


"Para Todos los Santos,
la nieve por los altos...
Para San Andrés,
la nieve por los pies..."

¡Qué bonitos,
los refranes de antaño...!

Este refrán me lo enseñó mi abuela,
en el otoño de 1959, 
¡y no lo he olvidado!

La primera parte,
sí que solía cumplirse...

La Montaña,
aparecía con manchas blancas
en lo más alto...

Pero muy pocas veces,
San Andrés nos permitía
pisar la nieve,
que llegaba 
al comienzo del invierno...

En aquella cocina,
con chimenea de campana,
donde hacíamos vida...,
¡cuántos libros devoré,
en aquellos sombríos atardeceres,
a la salida del colegio...!

Mientras,
merendaba 
pan con pasas y nueces...,
o pan con chocolate Nestlé...

El abuelo, 
escuchaba la radio...,
hasta que se adormecía...

La abuela,
siempre con las agujas de tejer,
funcionando a media marcha...

Los tres solos...

Y, fuera, el viento y la lluvia...











(Archivo: cuevadelcoco).





martes, 29 de noviembre de 2016

El eco de los días...




"Eco y Narciso".
John William Waterhouse.


Durante este mes,
todo ha sucedido
de una forma tan rápida,
tan vertiginosa,
que los acontecimientos
parecen irreales...

Irreales y lejanos...

Como si de todos ellos,
sólo llegaran
ecos y reflejos...

La vida cotidiana,
se cubre de tonos sombríos...

No hay alegría...

Y la esperanza...,
¡queda tan lejana...!

Una indefinida tristeza,
se apodera de todo,
y nos encoge el alma...

Porque no avanzamos...

O, el avance es tan lento,
que no lo percibimos...

Ecos y reflejos...

Sonidos sin sentido...,
imágenes quebradas,
que huyen de nosotros...











(Archivo: cuevadelcoco).


viernes, 25 de noviembre de 2016

Poesía...cada día...




Romancillo otoñal.


Los solitarios caminos,
llevan a la lejanía...

El horizonte se pierde
tras la neblina sombría...

Con el paso de los años,
la memoria se vacía
de aquellas ensoñaciones
que eran la luz de otros días...

Silentes sendas de otoño,
la esperanza, fugitiva,
hace tiempo que se fue...

La ingrata monotonía
donde mi alma se apaga,
llena de melancolía
las largas horas de insomnio,
antes de la estremecida
claridad de los albores,
que rasgan la amanecida.

Y espero que a mi regreso,
 haya una luz encendida,
en medio de las estancias
donde transcurre mi vida...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).


























miércoles, 23 de noviembre de 2016

Poema para l@s que pasean bajo la lluvia...




"Día de lluvia".

Humilde y constante lluvia,
limpia ya mis pensamientos...
Borra las horas oscuras
que habitan en mis recuerdos...
La solitaria avenida
reluce como un espejo...
Camino bajo las frías
lágrimas que llora el cielo,
por encontrarte, amor mío,
entre las brumas del tiempo...
Corazones solitarios,
nostálgicos y maltrechos,
la soledad no se cura,
arraiga dentro, muy dentro...
Bajo la lluvia, buscamos,
una esperanza, un consuelo...
Y sólo hallamos la huella 
que nos va marcando el tiempo...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).




martes, 22 de noviembre de 2016

Carteros..., y cartas...






En aquellos años,
de memoria agridulce,
aún se escribían cartas...

Escribir una carta,
no era un acto banal...,
no era, como lo es hoy,
un mensaje enviado vía whatsapp,
que puede contener
desde una noticia importante,
para un grupo, familia o individuo,
hasta el prosaico
"...no te olvides del papel higiénico,
los huevos y el tomate frito...,
que te viene de paso..."

No...
Escribir una carta,
requería de ciertas condiciones:
Intimidad, soledad,
un buen estado de ánimo,
y un mínimo guión previo...

Había que seguir un protocolo...

Comenzando por desear
el disfrute de buena salud,
al destinatario o destinatarios...
Referir, después,
lo ocurrido en casa del emisor...
Normalmente, cosas cotidianas,
"eventos consuetudinarios..."
al decir del inefable
D. Antonio Machado...

Todo ello, salpimentado
con referencias a familiares,
amigos y conocidos...

Se terminaba enviando recuerdos
a los parientes de allí,
y, para cerrar el ciclo epistolar,
las consabidas, pero imprescindibles,
expresiones de afecto...

La carta se cerraba,
dejando muestras
de un ignorado ADN,
en las zonas engomadas.
Y, ¡cómo no!,
en el dorso del sello.

Luego, llegaban los dias de espera.

Hasta que, el cartero,
golpeaba con el llamador,
y, haciendo sonar su silbato,
gritaba el apellido del vecino,
para quien iba dirigida la misiva..

Uniformados,
gorra de plato incluida,
con una enorme cartera de cuero,
que llevaban en bandolera
mediante una ancha correa,
de cuero también,
eran, a semejanza del Hermes de los griegos,
y del Mercurio de los romanos,
los portadores de noticias...

Si no se detenían en mi portal,
no me daba cuenta de ello,
porque, lo familiar,
pasa desapercibido...

Y, cuando lo hacían,
entregaban la carta o las cartas,
con una tenue sonrisa...

Unos dias antes de la Navidad,
solían dejarnos un sobrecito.
Dentro, una felicitación navideña.

Y aquel sobrecito blanco,
se les devolvía en mano,
llevando en su interior
cierta cantidad de dinero...

Y, se alejaban,
siguiendo con su labor...

Los tiempos han cambiado...

Ya no escribimos cartas...

Solo en Navidad,
nos aventuramos a enviar,
unas pocas felicitaciones,

Y muchas,
ni siquiera por Correo...











(Archivo: cuevadelcoco).















viernes, 18 de noviembre de 2016

"UN DÍA DE DICIEMBRE". (2).




"Iglesia de N. Sra. del Carmen."
Dibujo de Mateo Lahoz.



La mañana del 11 de diciembre, Paquito Quílez, había cumplido con su obligación de acólito, en la Iglesia del Carmen. Ya en la sacristía, mientras plegaba los ornamentos, lavaba las vinajeras y colocaba todo ello en sus respectivos cajones y armarios, con cierta reverencia, sin apresuramientos, tal como le enseñaron los Padres Capuchinos, desde que, un par de años atrás, y pasado  un período de preparación, vistiera los ropajes de monaguillo, oyó los pasos apresurados del Padre Amadeo de Olite, al tiempo que lo llamaba, con voz no exenta de inquietud.
- ¡Paquito, Paquito, vete a casa corriendo! ¡Y no salgas en todo el día! ¡Mañana no vengas! ¡Y quieto en casa también!
- Pero…Padre…
- ¡No hay pero que valga! ¡Y que tus hermanos hagan lo mismo!
- ¿No puedo ayudar a Misa mañana…?
- ¡Mañana, todo el mundo en casa!
- ¡Padre, que me está asustando…! ¿Qué va a suceder…?
- ¡Tú, te marchas, y vuelves cuando yo te lo diga!
¡Y ya está bien! 
Paquito Quílez, besó el cordón del capuchino, como era de rigor, y se fue corriendo hacia su casa.
El Padre Amadeo, cerró la puerta de la sacristía, y, cabizbajo, se sentó en el interior de un confesionario, donde permaneció una media hora, cubriéndose el rostro con las manos.
De vez en cuando, murmuraba, como una plegaria: 
“¡Que no haya sangre, que no haya muertes, que haya paz en las calles…!” Y así, una y otra vez…
Cuando salió del confesionario, se quedó unos instantes contemplando la iglesia, los altares, los bancos, los cuadros y retablos, el techo, las columnas, la luz permanentemente encendida, junto al sagrario…, como si fuese la primera vez que su mirada se posara en todo ello…, o la última…
Mientras caminaba por la calle, saludando, sin detenerse, a cuantos conocidos se cruzaban con él, sintió, de repente, el frío de la mañana. Sólo restaban unos días para la llegada del invierno, era normal esa baja temperatura, teniendo en cuenta que la pequeña ciudad se hallaba a ochocientos cincuenta metros sobre el nivel del mar. Los inviernos, siempre crudos y ásperos, de nevadas abundantes, se prolongaban, a veces, hasta bien entrada la primavera. Aunque él, venido de un lugar de Navarra, donde también el clima se mostraba riguroso, no encontró, desde el principio, demasiadas diferencias. 
Se detuvo ante un portal, de aspecto elegante, aunque sobrio. La casa de los Fuenclara, que, además de ese edificio, poseía otros dos mas, y una serie de locales, alquilados a diversos comerciantes, era, para el Padre Amadeo, tan familiar como el convento. 
La puerta, de hierro forjado y gruesos cristales, siempre mantenía una hoja abierta, que sólo se cerraba, puntualmente,  cuando el reloj de la torre comenzaba a sonar, primero los cuartos, y luego, diez campanadas, lentas, pausadas rotundas…
Los Fuenclara, también contaban con dos extensas fincas, no muy distantes entre sí, y que les proporcionaban muy generosos beneficios.
El buen Capuchino, subió las escaleras, hasta llegar al segundo piso, que habitaban dos mujeres solitarias, enlutadas, y de gesto, entre adusto y despectivo, salvo con él, a quien consideraban un hombre de Dios, en el más amplio sentido de la palabra…
“ -¿Le apetece, Padre, un vasito de moscatel, y unas pastas…?”, preguntó la mayor de ellas. La siguiente en edad era su hermana, soltera por propia voluntad, y que veía a cualquier hombre, que no perteneciera a la Iglesia, como un saco de vicios y depravación. Fue ella, quien, tras ausentarse unos instantes, volvió, con una bandeja de plata, recubierta por un paño primorosamente bordado, y la depositó con cuidado y elegancia, en una mesita, junto al sacerdote. Después, llenó una copa de delicado cristal, en sus dos terceras partes, con un vino de color de miel oscura, y exquisita fragancia. En un platito aparte, las pastas, hechas en casa. Y una diminuta servilleta, plegada y planchada, completaba el contenido de la bandeja. 
“- ¡Vamos, Padre, dijo la mayor, que seguro que usted no ha probado bocado desde anoche! ¡Si no lo conociera…!”
Realmente, era así… El Padre Amadeo, cuya delgadez y alta estatura, lo convertían en la imagen de uno de los tantos ascetas de los altares, hizo honor a la invitación. Alabó, una vez más, la gran calidad del vino, y el muy elogiable sabor de aquellas delicias culinarias, y, sujetando la copa por el tallo con la mano derecha, se pasó la servilleta por los labios, y, empujado por la impaciencia, preguntó: “- ¿Se sabe algo más…?” “- Nada… Salvo que será mañana… Y de madrugada…”, respondió la hermana menor, al tiempo que se enjugaba una lágrima, con cierto disimulo, como si se avergonzase de su debilidad. 
En el desván, dos “Máuser”, engrasados y cargados, además de varios revólveres del Ejercito, que pertenecieron al difunto padre de ambas, esperaban el momento de ser utilizados, ocultos en un arcón, bajo unas gruesas mantas.
“- …lo sabía…lo he soñado tantas veces…porque mis sueños…ya saben que se hacen realidad… No sé si es un don de Dios…o es…”, 
“ - …es un don de Dios, afirmo la hermana mayor, …no lo dude usted…”
“ – A veces, quisiera no tenerlo… He visto mucha sangre en mis sueños… Todo va a cambiar…, y luego…, la destrucción y la muerte, llenarán de dolor este país…”
Los tres, permanecieron en silencio… El Padre Amadeo, consultó su reloj de bolsillo, que llevaba siempre entre los hábitos, y, levantándose, se dispuso a regresar al convento… Contempló con tristeza a las dos enlutadas, y, antes de salir, trazó una cruz en el aire sobre ellas, a modo de despedida.
En la pequeña ciudad, se había hecho el silencio.
El viento, cortante y helador, arrastraba consigo diminutos copos de nieve…

(Continuará…).












(Archivo: cuevadelcoco.
Ilustración: Mateo Lahoz).



jueves, 17 de noviembre de 2016

Poema para corazones rotos...





"En la ardiente soledad".
Técnica mixta.


Quizá fue una primavera...
Pero ya no lo recuerdo...
Tus ojos se alejaban de los míos,
mientras una tenue lluvia
deshilachada la tarde...
Ni siquiera una palabra de esperanza...
Regresaban las sombras a mi vida,
todo se tornaba gris...
Caminaba por las calles
sintiendo que las horas
abrían un abismo,
una sima profunda...
donde arrojé mi corazón 
como una flor marchita...
Anhelando tu amor,
soñando tu regreso,
han pasado los años...
Quizá fue una primavera...,
aunque apenas lo recuerdo...











(Archivo: cuevadelcoco.
Ilustración: EPT).



La cueva del coco: 250.000 visitas...


Camino a Izas,
en un día soleado de verano.


La Cueva del Coco, 
ha alcanzado hoy, 
17 de noviembre de 2016,
250.000 visitas...

Desde abril de 2008,
hasta este momento,
"la cueva",
ha sido para nosotros
 un grato acompañante,
un buen amigo
en el día a día,
en ese fluir continuo
de los granos de arena...

Todos cuantos habitamos
en el espacio del blog,
agradecemos 
a todos nuestros visitantes,
simpatizantes y seguidores,
su constante apoyo,
porque son quienes lo impulsan,
quienes le dan
la razón de ser y existir...

250.000 visitas,
no sólo es una cifra...

Significa
que no estamos solos en la red,
que contamos con la amistad
de anónimos y conocidos...

A todos...

¡¡¡ MUCHÍSIMAS GRACIAS!!!











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).










miércoles, 16 de noviembre de 2016

No es sólo un grafiti...





Lo encontré por casualidad...

Hacía una noche 
demasiado buena
para haber cruzado
el "ecuador" del otoño...



Y no era un grafiti
de los tantos que contemplamos
a lo largo del año,
aquí o allá...



La música,
era el hilo conductor,
que unificaba las imágenes...



Contenía mucho más...



Era la expresión de un sentimiento,
del efímero
y a la vez permanente,
espiritu de la musica...

Sonidos que conmueven,
que se aferran a nuestra memoria,
y que ya,
nunca nos abandonan...

En la noche otoñal,
esas notas silentes del grafito,
evocaban
el ansia del mundo
por sentirse vivo...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imágenes: mirarlook/cuevadelcoco).











lunes, 14 de noviembre de 2016

Poesía... cada día...





"Camino hacia el otoño".
Lápiz de color, sobre papel "Canson".


Vertiginosamente,
el verano se ha ido...
De la imprecisa lejanía,
llega un lánguido
tañido de campañas...
Desgarra la quietud
de la tarde estival,
estremece la piel
de la estación más cálida...
Días poblados de sueños,
y noches plenas
de mágicas visiones...
¿Son realidad,
son imágenes,
de la nocturna fantasía...?
Ya no importa...
Todo está muy lejos...
Y mientras, aturdido
superviviente de un tiempo
que tardará en volver,
apuro las horas de luz
que todavía me quedan...
Embriagado de soles,
despierto poco a poco,
y camino con miedo,
en busca del otoño...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: EPT).



jueves, 10 de noviembre de 2016

...primeras huellas del otoño...





...todavía no había llegado
la plenitud del otoño...



...se resistían los chopos
a perder su verdor...



...un amarillo intenso,
como un pequeño sol 
nacido de la tierra...



...algunas señales,
del otoño, en los chopos...



...tímidamente,
el otoño se acerca...



...¡ah, la dulce senda estival...!



...sólo un leve viento,
y el murmullo inconstante del río...



...solitario fruto del otoño...



...pronto, la senda,
se cubrirá de hojas
cayendo suavemente...



...melancólico camino de retorno...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imágenes: mirarlook/cuevadelcoco).

martes, 8 de noviembre de 2016


"Estación de Atocha".
Dibujo de Mateo Lahoz.



"UN DÍA DE DICIEMBRE".


1


El viajero, avanzaba por el andén, con una maleta de cuero en la mano izquierda, un maletín en bandolera, y algunos diarios de la mañana, en la derecha. 
No se había desprendido de los guantes, porque siempre sentía frío en las manos, y, la verdad, aquel 11 de diciembre, resultaba helador. 
Por su atuendo y su desenvoltura, su pipa recta entre los dientes, ahora apagada, y su mirada, indiferente a todo cuanto sucedía a su alrededor, enseguida era fácil etiquetarlo como “viajante”, es decir, representante de alguna firma comercial, y, por lo tanto, sabedor y conocedor de multitud de   estaciones, y  sus correspondientes horarios de trenes.
Buen abrigo, calzado fuerte, consistente en botas de cordones de gruesa suela, y trajeado con corrección. Bajo el abrigo abierto, un traje gris marengo, de invierno, chaleco incluido, además de corbata, de nudo ancho y color “burdeos” oscuro. 
Uno de los incontables aventureros de las ventas a comisión, que se movían por todo el país, llevando, tanto productos nuevos para promocionar, como los de siempre, para reponer, allí donde fuera necesario. En el maletín, una agenda repleta de  nombres, direcciones, teléfonos, y notas al margen…
Su principal herramienta. 
Se tocaba con un sombrero de tono acorde con el gabán, y de ala ancha, aunque no demasiado, que bien servía para las jornadas lluviosas. Así, pasaba inadvertido allí donde fuese. Un bigote, tupido pero muy cuidado, añadía a todo el conjunto, una cierta aura de respetabilidad. 
La policía, no molestaba a los viajantes. Eran hombres curtidos, que se ganaban bien la vida, aunque, eso sí, a costa de madrugones y de dormir, “ incluso en el palo de un gallinero”, al decir de muchos.
Conocían a muchas parejas de la Guardia Civil, así como del Cuerpo de Carabineros, y, a fuerza de compartir horarios y madrugones, siempre terminaban haciendo buenas migas. Hablaban de todo, intercambiaban tabaco, chistes, chismes…, y, así, de boca en boca, iban agrandando su circulo de “civiles”, de manera que, cuando topaban con pareja nueva, se presentaban dando como referencia su amistad con otros guardias, a los que describían con pelos y señales.
Un viajante, debía de poseer buena memoria, una salud de hierro, estomago a toda prueba, don de gentes, y mucha discreción. 
Por eso lo habían elegido a él…
En aquellos días, un runrún imparable, se propagaba como el viento, como la niebla, como una miasma, invisible, pero contaminante…
La policía, estaba en todas partes… En cafés, en casinos, donde se hablaba demasiado, por cierto…, en las cantinas de las estaciones, hasta en los establecimientos de libertinaje, que, por muchos eufemismos que se usaran, no dejaban de ser casas de putas…
Claro, que, un viajante en compañía de la Guardia Civil,  o de los Carabineros, que leía la prensa más conservadora y casposa, y que se reía con elegancia y comedimiento, al escuchar un chiste verde…, ¡qué tenía de sospechoso…!
Además, siempre guardaba en la maleta, unos frasquitos de perfume, remedios para el dolor de muelas o la diarrea, destinados a esposas y novias los primeros, y a los propios guardias, los segundos.
El viajero, se había despertado antes de hora… Y, cuando se liberó de las telarañas del sueño, sintió una incierta desazón, entre incomodidad y desasosiego. No por el viaje en sí, sino por el resultado del mismo. “Esto no va a terminar bien…, me da que no va a funcionar…, que todo se irá al carajo…” Y así, una y otra vez… El frío de la calle, hizo que se olvidara, al menos por un breve espacio de tiempo, de ese molesto y oscuro presentimiento.
Pero, de pié, en el andén, esperando la inminente llegada del tren que lo dejaría en Zaragoza al cabo de unas horas, volvió esa sensación de intimo malestar, que lo puso de muy mal humor. “¿Qué es lo que tiene que salir mal…? Llego, doy el aviso, no pasa nada, hago las visitas que llevo anotadas en la libreta, y me vuelvo… ¡Así de fácil…!”
Asomó el tren su morro de gran cetáceo, resoplando y envuelto en vapor, que el frío convertía en densas masas plateadas a la luz de las lámparas, y se detuvo sin dejar de jadear, esperando engullir a los viajeros, y salir de ese reducto, donde parecía sentirse aprisionado. Un pitido largo, primero, y algunas campanadas, después, fueron la señal para reanudar la marcha. 
Al fin, dejó atrás la estación, y acelerando poco a poco, se distanció de la capital. 
Todavía era de noche...

(Continuará).











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: Mateo Lahoz).








jueves, 3 de noviembre de 2016

...los habitantes de un grafiti...



...cada uno de ellos,
interpretaba su papel,
en el conjunto del grafito...

...todos me observaban,
divertidos,
mientras los fotografiaba...



...su misterio,
consistía, quizás,
en no saber 
cómo llegaron allí...



...una imagen,
que sugiere ternura,
cariño, protección...



...algún planeta lejano,
más allá de nuestro sistema,
fue su hogar algún día...



...ahora,
atrapados en esa superficie,
esperan...



...cierto aire de tristeza,
de indefinida nostalgia...



...un saludo amistoso...
¿Seguirán allí,
la próxima vez que pase...?
¡Quién sabe...!











(Archivo: cuevadelcoco.
Imágenes: mirarlook/cuevadelcoco).

Vincent van Gogh: El otoño...





"Paisaje de otoño".

Vincent van Gogh, 
no pudo permanecer insensible
ante la luz
y el colorido del otoño.

En su obra,
los temas otoñales,
ocupan un importante lugar.

Cuadros serenos y melancólicos,
junto a visiones atormentadas,
en las que, la pincelada,
refleja su drama interno,
sus estados de ánimo,
siempre inestables.

"Arboleda en otoño".

Los protagonistas de la composición,
siempre son los árboles,
que llegan a ocupar
la totalidad
de la superficie pictorica.



"Les Alyscamps".

Personajes apenas esbozados,
que se mueven y caminan
absorbidos
por el fulgor otoñal.



"El sembrador".

Esta composición,
en la que el árbol inclinado
traza una diagonal
que divide dramáticamente 
la superficie del cuadro,
no proporciona protagonismo
a la figura del sembrador.

En contraluz,
carece de rasgos.
Sólo es
una masa oscura.

Su movimiento,
admiurablemente sugerido,
contrasta con el aparente estatismo 
de todo el conjunto.

El horizonte,
divide el cuadro en dos planos,
el celeste y el terrenal.
No es posible 
dejar de aludir al Greco,
en el mismo sentido.

Y, el sol,
más que en una compañía,
se torna en amenaza.



"Sembrador".

Otra interpretación del mismo tema,
pero con una intención más amable...
Incluso podemos advertir 
rasgos más definidos,
en la figura del sembrador...



"La morera".

Esta obra
siempre me ha parecido inquietante...
La morera, 
en lugar de una masa vegetal,
aparece como una llamarada
que se interpone,
en primer plano,
entre el espectador
y el cielo azul profundo.



" Jardín del hospital de Saint Paul".

Un testimonio de su estancia
en ese establecimiento hospitalario.
Seguramente,
como consecuencia
de una nueva crisis...



"Camino en otoño".

Un paseante,
ávido de silencio,
a solas son sus meditaciones...

Sopla el viento...

Pero el espectador,
sólo puede intuir 
su etérea presencia,
por las el vuelo
de las hojas desprendidas,
breves trazos de color,
que cruzan ante los arboles,
antes de posarse en la tierra...



"Las botas".

Alegoría intimista,
de los largos paseos de van Gogj,
en busca de un tema
que pudiera trasladar al albo lienzo...

Las botas... 

Tan inadvertidas,
de puro familiares...,,
 y tan necesarias...

Compañeras 
de largas jornadas de trabajo...

Amigas protectoras
de su peregrinar...

Humilde homenaje
de un gran artista...











(Archivo: cuevadelcoco).









miércoles, 2 de noviembre de 2016

Día de Difuntos...





"...somos una luz que se apaga..."


Día de Difuntos...


Dedicado al recuerdo

de cuantos emprendieron

ese viaje sin retorno...


De todos los que se han ido,

dejándonos,

como triste legado,

la más dolorosa

de todas las ausencias...


Hoy, los recordamos

y rogamos por ellos...


Porque es su Día...


Aunque el resto del año

acudan a nuestra memoria,

en este día de noviembre,

evocamos su recuerdo

de una forma especial...


Más intensa,

más emotiva...


El tiempo,

todo lo suaviza,

lima las aristas más hirientes,

y, al final,

sólo permanecen

los momentos más gratos...


Es un dulce consuelo...


Que nos permite seguir adelante,

continuar con el afán de cada día,

proseguir nuestra ruta

por los caminos del tiempo

con renovada esperanza...


Y deseamos

que, en algún trecho de su eterno viaje,

hayan hallado la paz...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).












martes, 1 de noviembre de 2016

Poesía... cada día...


"Soledades".
Pastel sobre papel tipo "Canson".


Esa llanura, 
batida por los vientos,
azotada de lluvias inclementes,
acoge los más tristes pensamientos
y deja la esperanza desolada...

Si yo pudiera
desdoblar el tiempo,
y arañar la corteza de los años,
tal vez una tarde yo volviera
a recorrer sus sendas solitarias...

¿Dónde se fue
aquel amor primero,
arrullado por cantos sin palabras,
que llenó con su luz las dulces horas
de nuestra adolescencia inacabada...?










(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: EPT).



Día de Todos los Santos...




"La Virgen y el Niño, con Ángeles y Santos".
Alessandri Felipeppi,  "Botticelli".
Florencia, 1 de marzo de 1445 - 
Florencia, 15 de mayo de 1510.


Olvidamos, con frecuencia, 
la conmemoración de este dia,
dedicado a honrar la memoria
de Todos los Santos.

Porque, no sólo lo fueron
quienes han sido elevados a los altares...

¡Cuántos santos y santas,
habrán alcanzado 
ese estado feliz,
sin que, en este mundo,
nos hayamos enterado...!

Hoy, uno de noviembre,
hacemos justicia
a todos los que vivieron
y partieron en santidad...

¡Benditos sean...!











(Archivo: cuevadelcoco).


Diario de Edith Holden: La felicidad de vivir con la naturaleza...





Edición española
del "Diario de Edith Holden:
La felicidad de vivir con la naturaleza".
Editorial Blume.




Edith Holden:
"Noviembre".

Según pasaban los días,
iba reflejando,
de una manera intimista,
sensible y delicada,
aunque no exenta de fuerza expresiva,
la rotación de las estaciones.

Los protagonistas
de ese espejo del tiempo,
fueron la flora y la fauna
de la campiña inglesa.




Edith Holden: "Noviembre".

Con infinita paciencia,
captaba la vida natural,
sus cambios,
sus incontables matices.

Era una forma
de sentirse feliz...

De despertar cada mañana,
con la grata certeza
de hallar siempre algo nuevo
en ese maravilloso entorno,
donde consiguió integrarse...

Sólo así,
pudo desarrollar su obra...











(Archivo: cuevadelcoco).