Durante mucho tiempo,
esta imagen se convirtió,
para mí,
en Zahir...
No toda la imagen,
sino el rostro de la mujer
que yace en la camilla del hospital...
El cuadro se titula
"El doctor Pean, enseñando a sujetar
los vasos con las pinzas".
Ocupaba enteramente mi pensamiento,
y siempre, con la eterna pregunta:
¿Estaba viva o muerta...?
Colgaba de la pared de una habitación,
en la casa de mis abuelos,
protegida por un cristal brillante,
en un marco oscuro,
y suspendida de una escarpia
mediante un cordón azul pálido,
con un nudo en la mitad,
y, siendo niño,
ya comenzó a obsesionarme...
En cierta ocasión,
tuve que pasar la noche en esa habitación que daba a la calle...
Y no podía dormir...
Aun con la luz apagada,
seguía contemplando la ilustración,
(por supuesto, no era el cuadro original...),
con todos sus detalles...
Perdí el apetito,
y todo el día iba como sonámbulo...
Al final, tuve que confesarle a mi padre,
que el cuadro no me dejaba dormir...
Y él mismo le dio la vuelta...
Pero fue en vano...
Hubo momentos en los que
me olvidé del cuadro-Zahir...
Cuando esa habitación se convirtió
en mi cuarto de adolescente,
sustituí la lámina por un paisaje...
Esto me dio algún tiempo de paz...
Guardé el Zahir en el fondo de un pesado y repleto baúl...
Con todo, el impulso de contemplar el rostro
de aquella mujer,
se hacía tan irresistible,
que, en secreto,
volvía a "desenterrarla"
y permanecía un buen rato
con la mirada fija en su pálido rostro...
"¿Estaba viva o muerta...?"
A esa contemplación, sucedía
un período de calma...
Cierto día, de mediados de marzo,
lo recuerdo bien,
no encontré el cuadro en el fondo del baúl...
Desde entonces, no volvió a molestarme...
Y jamás pregunté...
(Archivo;: cuevadelcoco).
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