El Filósofo, amigo del Coco, se siente solo...
Ha salido a dar un paseo por el campo,
aprovechando la bondad del tiempo,
inhabitual para estos días,
y, seguido, o adelantado,
por sus dos perros,
vaga por la llanura...
Pero se siente solo...
Ha escrito en su diario, esta mañana:
"...Conforme pasan los años, siento una gran desolación...
No es soledad... Es, eso..., desolación...
Desaparecen los amigos,
se van y ya no vuelven,
desaparecen los lugares familiares,
todo se difumina...,
todo se desvanece,
como la niebla del amanecer...
¿Qué será de mi casa, cuando yo no esté...?
¿Se cubrirán de polvo,
esos libros tan queridos...?
¿Quién se ocupará del jardín,
y de los frutales...,
quién podará la parra,
para que retoñe con más fuerza...?
Y no hallo respuestas...
No tengo a nadie a quien dejar
todas mis cosas...
¡Es triste, estar solo en el mundo...!
Pasan las horas, los días, las semanas...
¡Ya estamos en plena primavera...!
Siento un vacío dentro de mí...
Una oquedad que no consigo llenar con nada...
Sólo deseo cerrar los ojos y dormir...
Si lo consigo...
Estos animales, tan fieles, tan cariñosos,
se me quedan mirando por la noche,
cuando me siento enfrente del fuego...
Se quedan quietos...
Como si adivinaran mi tristeza...
¡Ay, que me he perdido...!"
Y el filósofo comienza a retornar a su casa,
en la llanura,
porque no quiere que le sorprenda la noche...
Además, el gato estará solo...
Y se consuela pensando
que aún hay quien lo espera...
Un animal desvalido,
que depende de él...
El filósofo suspira...
Y va cayendo la tarde...
(Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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